Él soñaba ser mortal. Su aspecto era como el del tradicional vampiro. Cada vez que se iba a alimentar, jugaba con la victima. En una ocasión, cansado de llevar una vida de tragedia, decidió comportarse como todo un humano. Salió de la mansión y, aunque le diera náuseas, fue a beber vino. Al salir del bar, percibió muchas cosas que antes, en su papel de vampiro, no se había dado cuenta: calles llenas de hombres matándose entre sí, niños pidiendo unas cuantas monedas. Entonces, miró hacia la luna y, en reflexión, decidió ir a su morada.

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