Inicio / Cuenteros Locales / larsencito / Un desayuno de reyes
Ya son las seis y José Luís, como siempre, extiende con energía un mantel de hilo que como un paracaídas inmaculado desciende sobre la brillante caoba del comedor del hotel, alinea los cubiertos de plata, dobla con esmero las servilletas y no resiste la tentación de pellizcar alguna copa que siempre le responde que es de cristal. De camino a la cocina se vuelve en busca de cualquier pequeño desajuste en la mesa.
Prepara café, zumo de naranja, de tomate y de mango; saltea las salchichas y cuece los huevos durante seis minutos cronometrados; hornea los croissants, los bollos de leche y las magdalenas de chocolate; corta finas lascas de jamón de Jabugo, lonchea fiambres vieneses y pela con mimo las más exóticas frutas.
Mirando su reloj con aires de afanado conejo, comienza un ajetreado ir y venir de la cocina a la mesa y de la mesa a la cocina. Un trajín que sólo acaba cuando dos claveles rojos presiden el centro del mejor desayuno del mundo. Da un paso atrás, repasa hasta el más mínimo detalle, se calma e inspira con fuerza. Se concede unos segundos para admirar la perfección.
Puntuales llaman al timbre.
Son Adela y María Jesús que le gruñen algo parecido a un “buenos días” pasando a su lado sin levantar la cabeza. Atraviesan el salón, mucho más grande ahora que está vacío, y los tres se sientan. Comienzan a desayunar en silencio.
Poco a poco, el café va despertando la conversación. Él aprovecha para regalar con cómica galantería un clavel rojo a cada una. Al cabo de unos instantes entre el ruido de cubiertos se escuchan algunas risas cómplices.
Aún disponen de veinte minutos antes de que José Luis termine su labor de recepcionista nocturno y marche a dormir. Aún faltan veinte minutos para que ellas se uniformen y cambien el clavel por una cofia. |
Texto agregado el 28-10-2007, y leído por 300
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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08-12-2007 |
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Aún faltan veinte minutos que habrán de ser todo un universo ildego |
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28-10-2007 |
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Aparte de despertar mi apetito, me recordó a cuando llego al trabajo y preparo café a mis compañeras, café que toman con un croissant recién hecho. Nunca probé a pellizcar una copa pero me diste una idea. Me gustó, es sumamente descriptivo y sensorial mi_mundo_paralelo_y_yo |
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28-10-2007 |
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Ja, ja, me gusto. tily |
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