Me torno presa de ti, todo lo sabes y yo siempre estoy escuchando con tanta atención que el televisor se vuelve cada día mas obstinante, me quedo sentada por horas revisando cada una de tus propuestas para una vida mejor, mientras escucho y canto grito en popa aquella canción de pop que suena en la radio del top ten; me miras y dices admirar cada centímetro de mi cuerpo mientras tomas mi cabello entre tus manos y sugieres que no cambie mi shampoo pero sí mi atuendo, después del baño, me miro al espejo mientras me visto y vuelvo a usar aquél pantalón deslavado de ayer con los tenis opacos de esa noche que fuimos al bar; miro mi sombra desfalleciendo lentamente, gritando en silencio el reclamo de amor, la ausencia que brinca a escondidas en tu aroma, con el frío vespertino que me causa alergia; tomando la primer taza de café del día observo las oleadas de sangre que se deslizan por mis venas y tomo el cuchillo mantequillero y juego con las muñecas, enciendo un cigarro y me burlo en las bocanadas del gesto a desagrado que pintas...

Recuerdo tus besos ardientes en la alcoba pasando por el cuello y la espalda, con aquella cortina azul moviendose con el viento que se tatuó en mi mente, como el vaivén de los adentros que se inflan con la madrugada, las manos perfectas que recorren los senderos de mi ruta y me permiten recordar la letra imperfecta de tu firma, escucho tus palabras de aliento -o desaliento-, ante mis nostalgias mientras mi mente camina en silencio hacia el televisor ahora cargado de caricaturas, no sé porqué es tan pegajosa la melodía de Dragón occidental, máxime ahora... no puedo evitar tararearla mientras me acaricias y me pides que no lo vuelva a hacer, el televisor ha mejorado considerablemente su atracción, nunca antes me sentí tan atraída por los canales populares y casi llego a odiar los que hablan de animales, historia y deportes, mientras te sumes en el sofá viendo ESPN, muerdes mis labios mientras me besas y un sutil escalofrío me hace mirarte, me has robado el aliento por un segundo y al siguiente, el gingle de la teleserie entra en mi subconciente y me recuerda los años de desolación y tristeza, añoranza y deseos contenidos que marcaron tres de las cinco décadas que llevamos juntos, me pides después la cena y yo que pensaba en sentirme una quinceañera golpeando la puerta prohibida, pero siempre es igual, nada mas erizo mi piel para apagar la fogata con la siguiente expresión que sale de tu boca...

Aún me pregunto cuándo perdí mi perspectiva de la vida, cuándo me sentí el patito feo convertido en cisne y me disloqué en tu indiferencia hasta quedar completamente ciega, miro la crema antiarrugas que sugerentemente me compraste y después de pensar en dónde ponerla decidí untarla en el alma, acepté aquella cirugía plástica rejuvenecedora y me enfilé al hospital, terminé en esta historia, mirando agradecida la telenovela mientras me haces el amor.