Cuando pensaba que había encontrado la tranquilidad que los años me habían otorgado y también algunas molestias clásicas de la vejez
La vi caminar, delante mió, era una hermosa mujer madura, gentil, no precisamente hermosa en el sentido físico, bueno, creo que también en lo físico.
Juro que el dolor del reumatismo se me olvido, bueno casi, pero haciendo un gran esfuerzo puse tensa mi espalda, mas el estomago se negó a ocultarse, pero haciendo otro gran esfuerzo y aprensando el cinturón, por fin lo controle.
Busque componerme el pelo, pero mi mano patino al no encontrar oposición a mi movimiento, me consolé pensando que la menos estaría brillosa mi cabeza.
Ella redujo su paso, estupendo pensé pues el aire me faltaba.
Me acerque lentamente, sabía que ella ya sentía mi presencia, seguramente por eso disminuyo su caminar apresurado.
Volteo hacia mi, ¡era lógico! me dijo mi ego.
Me hablo.
Y tengo aquí en mi mente sus palabras.
-- Perdone, ¿usted es el papá del muchacho guapo del cIber?
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Bueno al menos dicen que mi hijo se parece a mi de joven.
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