Por primera vez en mucho tiempo estaba volviendo a sentir, empezó en la boca de estomago, un calor insoportable me quemaba las entrañas, y fue subiendo por mi esófago hasta que por fin salió por mi garganta un grito de rabia, de dolor, de desesperación…

Fue una sensación extraña, pero por fin empezaba a sentir otra vez, aunque fuera algo tan terrible como en odio.

Para mi eso significaría el principio del fin…

Me lo había quitado todo, mi juventud, mis esperanzas, mis sueños,… me había borrado completamente. Pero no le iba a permitir que me alejara de lo que mantenía con un poco de ilusión en mi vida, no iba a permitir que me alejara de los susurros de mi gran amigo, de la paz de su compañía, del silencio de su bullicio… no lo iba a permitir, esta vez no haría lo que él quería…

Se sorprendió tanto cuando le dije que no, que esta vez no me iría con él, que por unos momentos no supo como reaccionar, pero poco a poco su cara se fue convirtiendo en una expresión de ira, de sus ojos salía el odio como llamas que me quemaban, quería apartar mi mirada, pero esta vez no, esta vez no lo iba a hacer… el primer golpe fue en la cara, fue tan fuerte que me lanzó contra la pared, pero esta vez no me dolió, sino no que me hizo esbozar una sonrisa, él debió de pensar que estaba loca, y en ese momento creo que lo estaba, porque ya nada me importaba. Ya no me dolían la patadas que me estaba dando en el estomago, ya no me asustaba la sangre que salía de mi boca como un río de lava, tan caliente, que me indicaba que todavía seguía viva. Ya no me importaban sus golpes, sus insultos, su desprecios, qué me podía hacer él, ¿matarme? Hace mucho tiempo que había muerto. Él me había matado, y ahora yo conseguiría volver a nacer, pero esta vez sin él.

Me iba a levantar, me iba a limpiar y me iba a ir… porque él ya me había matado hace mucho y por eso ya no era suya, ahora mi vida me iba pertenecer a mí, aunque para ello tuviera que morir en el suelo de aquella habitación, pero aquella iba a ser la última vez…