Preludio, prologo, introducción y demases términos para anticipar lo que en teoría se espera.
Cuentos sin ton ni son inspirados en los días dulces, salados, agrios y bellos de esas paredes frías y lúgubres que me cuidaron por un maldito y enfermizo año... y diría mil cosas más como preludio a mi extenso monologo narrativo, pero se cansan los ojos de los niños que leen. A veces parecen historias de miedo para infantes, otras de hadas y algunas, un tanto morbosas, simplemente historias cortadas de la azúcar de la vida...
Yo con mis manos de niña corte las líneas de un camino que me obligo y forzó entrar a los sitios mas macabros de la mente, esos recónditos e inconexos. Demonios, nada se entiende y lo admito... aun no recupero mi antigua y audaz redacción merecedora de premios... solo queda mi desteñido intento, casi poético, de descripción que apela a que el lector se compadezca de mis mal llamadas obras.
Decidí por voluntad forzada entrar en estas paredes, donde los sonidos pierden la coherencia, y me vi rodeada de… de…de… rodeada simplemente.
Entré, viví, llore, comí, me drogaron, me desmaye y volví a las calles a la vida seudo normal.... solo queda decir bienvenidos al idilio de una muchacha que se enamoro de la psiquiatría, hasta el punto en que fingió una enfermedad para poder impregnarse de su fama sanadora.
La enfermeras se esforzaban por hacerme hablar, por hacerme decir algo mas que mi sonido de desprecio. Solo eso podía ser, solo esa niña que nunca quiso jugar, perdió el habla de un instante al otro. El doctor se estresaba, la cuidadora aburría y la niña, solo escribía y escribía (y mal por cierto). Que divertido es esto de hablar en tercera persona de mí, pero no puedo evitarlo, el cuadro es digno de pintarlo. Creo que José, el esquizofrénico suicida, lo hizo alguna vez, aunque de modo más abstracto. Fuese como fuese la situación, la vida o mi trauma, no habría los labios y solo anotaba interminables papeles. Aunque no lo crean, aunque ni yo quiera creerlo, mi voluntad quiso que pasara aquello para aprender a hacer más que decir bobadas. Aprendí a oír, ver, observar y como no a ser increíblemente confusa al narrar, puesto que todo lo que pensaba se iba al papel, de ahí nacieron estos cuentos. Perdone lector por las molestias. Son solo cosas merecedoras de castigos divinos, pero como dios ya no existe, quedan incólumes por la red.
para mas información siga leyendo y tendrá la visión que yo tuve de aquel extravagante y despampanante sitio, de antemano gracias al que se moleste.
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