Lunar patrimonial

A mis compañeros y amigos de veladas de dias viernes, el bolche, el menche y Alejandra, Silvia y Vale

¡Al fin llegó mi compadre! Viene de visita al país, dicen. Treinta y un años tardó en volver. No ha venido a mi casa, ojalá que lo haga. Dicen que se hizo ciudadano europeo. Dicen que se casó con una gringa por allá. En Hamburgo.

Bueno, si llega por acá será bien recibido, como siempre. A lo mejor no nos visita, la gente cambia a veces. Nos conocimos en esos años malos. Él se fue para no regresar, yo sigo acá.

¡Compadre! Alegría de verle - Le dije cuando lo vi llegar a la puerta - El abrazo que nos dimos fue grandioso, cuando nos soltamos, nos miramos. Es menor que yo, como seis años, ambos estamos peinando tantas canas que casi ni se nota el color que teníamos.

¡Compañero, se había olvidado de la gente humilde!
¡No!l como se le ocurre compadre —me dijo— Antes de venir, fui al Cementerio General en Santiago y luego al de Playa Ancha.
—¿Y quién no? —le dije— Tenemos muchos muertos.
—¿El Victor Hugo y la chabelita? —me preguntó.
—Compadre, ellos desaparecieron el año setenta y siete. Ese día nos detuvieron a siete u ocho camaradas. Libró sólo uno, el Toñó ¿Te acordai del Toño? Nosotros pensamos que había cantado, pero no, para nada. Se la comió solo. A veces cuando en la playa se quita la polera, cosa no frecuente, se le ven las cicatrices, treinta y una marcas de cigarrillos que le apagaron en la espalda. Siempre se las contamos para ver si disminuyen, pero no compadre, seguirán allí, en su cuerpo, por siempre.
¿Yo, qué por que no me fui? —me pregunta— De porfiado, estuve acá y allá, me recorrí el país de norte a sur. Pero cuénteme de usted.

¿El compadre José Luis? ¿Mi vecino? Está mal, ya no es el mismo, ¿Qué por que no está su casa, si estaba al lado de la mía?, Usted sabe, esto es el Puerto y cada cierto tiempo ocurren esos accidentes. En el terreno de su casa queda sólo una piedra gigante, la misma que estaba arriba. ¿Se acuerda como lo molestábamos por ella?, Él se reía.

Compadre ¿un vinito? Compré un tinto muy bueno que hay ahora, un Carmenere, así se llama la cepa, dicen que estaba perdida y que en Chile era el único lugar del mundo donde quedaron, ya que hubo una peste y se perdieron. ¿Le parece si tiramos una carnecita a la parrilla y nos lo tomamos?

Qué ¿Por qué la casa la pinté de rosado y salmón y tanto colorido? Una humorada de porteño. Compañero, no ve que ahora somos Ciudad Patrimonio de la Humanidad. ¿Vio que en el plan y algunos cerros, las casas fueron pintadas de colores vivos?
La verdad es que yo estuve trabajando de pintor de brocha gorda. Uno es travieso compadre, una tarde me puse de acuerdo con unos chiquillos y al día siguiente, les pasé unas latas con pintura. Igualito que cuando nos subíamos a una lancha e íbamos a buscar algún bagallo que nos lanzaban los matuteros desde algún barco, ellos vendieron una parte y con lo que me quedó pinté la casa.
¿Queeeeeeeeé? ¡Qué parece casa de putas! Está loco usted. Me extraña araña. Le cambió la vida con la gringa compadre, ya ni se acuerda de cuando éramos jóvenes. Usted era putero. Si no había pago que no gastara una buena parte del billete con las putas. A lo mejor allá donde vive son de ese color. ¿Pero aquí en Chile? Compadre ¿A ver? Acuérdese de una que haya sido de colores como la mía. ¿Se acuerda cuando estabamos en la capital. En la calle San Martín, cerquita de la cárcel? ¿Y en la calle Maipú? ¿O los callejones de San Camilo? ¿Y en Vivaceta? Compañero, ninguna pintada, a lo más un farol en la puerta y un maricón en la calle. ¿Qué me dice? Qué no diga maricón ¿Y como debo decir ahora? Gay, está loco usted ¿Homosexual? Muy cuico. Loca, podría aceptarle. Cuando venían los pacos, la loca salía corriendo campanillando en la casa de putas para que escondieran a los menores de edad, tanto clientes como las putitas ¿O se olvidó compadre?

Compadre acuérdese que cada dos o tres casas había una que tenía un cartel en su puerta ¿Se recuerda? Mire, en un persa compré uno de esos cartelitos, ese que tengo en la muralla, lo ve, se ríe usted compadre. “Casa particular” estaba algo sucio cuando lo compré, pagué media luca, lo limpié con cuidado, lo barnicé y allí está. Se ríe compadrito, ve, ninguna casa de puta era de color, todas del mismo color del resto, grises, ocres, café, azul marino, pero nunca rosada, no ve que a la tía (La cabrona) se le iban a ir los clientes. Usted no hubiese entrado nunca a alguna rosada o salmón ¿O si compañero? ¿Me equivoco? No pues camarada, además si nos hubiesen visto entrar, nos expulsan del Partido.

¿Cuántas poncheras nos tomamos? Yo perdí la cuenta. Mire como mi vieja se ríe allá adentro. Conoce casi todas las historias que nos vivimos juntos. Sabía usted que hasta antes de venirme para acá arrendé una pieza en la calle Clave. Mi vieja, se caga de la risa, lueguito va a venir muerta de risa ya verá, claro. Si usted y yo, nos jugamos la vida en esos años, si nos hubiesen agarrado, estaríamos desaparecidos, ante eso. Como no se va a reír cuando le cuento que almorzabamos en “Las cachás grandes” ahí en la plaza Echaurren. Se acuerda esa tarde que estábamos tomando una cerveza y llegaron los tiras pidiendo los carnés. Casi me meo de miedo ahí mismito. Ya me buscaban por lo de Antofagasta, oígame si me miraron y se fueron. Raja. Pura raja tuve ese día. ¿Yo? no me metía con las putas, usted sabe, bueno al menos lo intentaba, a usted lo acompañé tantas veces, luego lo afianzaba con la Lupe, no ve que me encontraba serio y me creía más que a usted. ¿La vio compadre? Sigue siendo una negra linda, se casó y enviudó, se casó con un mercante que en una pelea en un bar se fue cortado.

El billete era escaso, llegaba de la capital, cada dos o tres meses, así que nunca había, pero, a nadie le falta Dios, había dos chiquillas que me invitaban a que les acompañase algunas noches, vecinas de pieza. Mire la vieja como se ríe allá adentro.

Ve compadre lo rosado de la casa no tiene que ver con putas. “Quintas de Recreo” les llaman en los pueblos.
Compañero ¿Usted sigue militando en Europa? ¡Si! Bien venga esa mano. ¡Chicharra compadre! Ya sabe, el que nace chicharra, debe morir cantando.

Volviendo a la tontera de la casa rosada, un día fui a una reunión en Cabildo, iba tranquilo, me dieron la dirección, llegué y entré, era una casa de putas, compadre, se imagina usted, era el ochenta y seis, “el año decisivo” y yo, leyéndoles a los viejos del regional un informe del Comité Central justo antes del paro nacional. La represión andaba dura y yo metido en la casa de putas.
¿Y usted me viene con que parece casa de putas?

Compadre ¿Se regresa a Chile o sólo a vacacionar? Ah, quiere volver, ¿Sabe? Si se viene, venga afirmado con harto billete, o una buena pensión, mire que acá no va a encontrar pega, yo, no tengo ya. A los cuarenta a uno lo miran como viejo. En estos años le he hecho a todo, si hasta me senté en el Molo a pescar jaibas. Algunas tardes con otro socio nos íbamos a tirar lienza al muelle Vergara a pescar jureles, siempre picaba algo. De todo hice cuando apretaba el hambre y la vieja me acompañó en todas.

¡Qué no venía a mi casa por que pensaba que lo iba a criticar por haberse ido en ese año! Compadre, sólo usted sabe por que se marchó. En esos días, si, lo agarré a puteadas. Lo traté de maricón, pero, luego, con los años pienso fue lo mejor para usted ¿quién soy para decir lo qué debió hacer? A lo mejor si lo hubiesen agarrado, hubiera contado lo que sabía, y eso era peor. Anduvimos en tantas compadre, aquí está mi mano, mi amistad, mi cariño, mi casa, todo y mi abrazo.

¿Nuestro compañero de la casa del lado?
Está en el interior, se fue con su mujer, parece que por Colliguay o en La Campana, la verdad nunca le pregunto mucho, es duro para él. A veces me llama al teléfono y nos juntamos en el plan. Nos tomamos una botella o dos
¡Compadre! Como tres años después que usted se fue, hubo uno de esos temporales porteños.
¡Salud compadre! Está bueno el tinto. Pero déjeme termine de contarle, tres días llevaba lloviendo, temporal de agua y viento y acá arriba el viento es un carajo. El cerro se ablandó. Mi compadre había salido a comprar parafina para la estufa. La piedra se soltó y rodó, cayó encima de la casa. La hizo mierda. La avalancha de barro, la tapó. Dos niños quedaron sepultados. Estuvimos varias horas tratando de sacar los cuerpecitos de esos angelitos. Al compadre y a la comadre los sacamos de acá, no permitimos viesen a los niños. Cuando los encontramos ya no había nada que hacer. Se los llevó la ambulancia. Solamente cuando los entregaron en la morgue dejamos al compadre que los viese. Nunca más volvió a ser el mismo. Se fue a la casa de su papá en el campo y allá está aún mordiendo la pena juntito a su mujer.

¿Y la casa rosada? Compadre, no me venga con que parece casa de putas, le contaré la firme, como somos ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad yo le llamo a mi casa “Lunar patrimonial” del cerro, no ve que la única en el cerro. Un lunar

Curiche
Primavera 2006