Este es un cuento que la gallibrujanemona le regaló a la gallisexyarihua por su cumpleaños.
Quizo que quedara en los archivos del reino.
Había una vez un reino en un gallinero, por supuesto que tenía un rey, una magnífico gallo con grandes espolones y cresta escarlata. También había una reina, una bella gallina japonesa que parecía de porcelana. Ambos tenían una hija, que era toda una beldad. Una bella polluela, con ojos adormilados y pestañas de jirafa. Aunque se sabía hermosa era poco vanidosa y el único símbolo de presunción era un lacito amarillo que amarraba en una de sus patas.
La princesa polluela vivía sin preocupación, soñando día y noche con bellas aventuras.
Cierto día la vida de la princesa dio un gran vuelco. Pues los miembros de la corte hicieron saber a su Majestad, Don Gallo VI, que la princesa estaba en edad de merecer. El reino estaba en peligro de no trascender y un heredero debía nacer.
A la princesa para nada le gustó esta situación y accedió de mala gana a comprometerse, pero no con cualquiera debía ser alguien que luchara por su corazón.
Llegaron muchos pretendientes y después de variadas muestras de habilidad, solo quedaron tres disputándose la mano de la hermosa polluela.
El Primero alardeando dijo: “ Te ofrezco un gallinero de lata y lazos de mil colores, para que los amarres a tu pata según sea la ocasión: El rojo para nuestras noches de pasión, el amarillo para cuando laves los platos, el celeste para cuando hagas las compras, el blanco para cuando me hagas la cena y así siguió hasta que el rey lo hizo callar. Y Fuera!!!!
El Segundo muy serio habló: “ Yo te llevaré a recorrer el mundo, a donde quieras te llevaré, pero tú correrás con los gastos, pues yo solo te acompañaré. No cuento con dinero, pero soy buen administrador, si quieres traspásame tus bienes y veras” Y Fuera ¡!!!!
Del Tercero no se sabía mucho, solo que por sus venas corría sangre de un noble aguilucho. Sé plantó frente a la princesa y dijo: “ Yo, princesa mía, lo que tú me pidas te lo daré, por imposible que sea. Pero para mí solo pido tu corazón.”
Y nada más se dijo, la princesa del ala lo tomó, se celebró una bella boda en el gallinero y este cuento se acabó.
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