¿Qué hay en las conchas de nácar?

¿Mar?,
¿perlas?,
¿sal?

Solo hay músculo, gelatina blanca,
conglomerados de vida y de piedra,
aires melancólicos por no poder ver el cielo
-pies anclados a sus paredes-.

Con calor intenso las abren
y después las comen
con labios rojos,
con roces de saliva que diluye
hasta la más fuerte de las pieles,
con dedos fuertes y diestros,
con lenguas ávidas de querer
o que quieren
o que aman
o que son
o que ansían el ser......

Cuecen en grandes pucheros
de metales nobles o de piedras escasas,
bailan en sus aguas hasta perder las fuerzas
y entregarse al vibrar del bullir.
Las deslizan con cítricos
por mi garganta, por la tuya,
por las de todos los que anhelan el beso
-un beso del mar,
un beso de sal-,
una perla blanca que no se puede rayar
por que desaparece nada más asirla,
se deshace por que solo es sal
por que solo puede ser sueño
-solo es ensueño en el regazo
de una rodilla doblada-.

La horquilla siempre en el suelo
en lugar de estar recogiendo
los rizos de espuma, las olas,
el coral, mi pelo suelto en la arena,
ensartando conchas blancas
esparcidas en la playa,
desparramadas por tus piernas
-frías de nieve,
frías de ausencia de mí-,
acaloradas imágenes de tus días
y mis noches.

Quiero bailar salsa hasta quedarme sin nada,
ser solo vida exaltada, desvestirme de este carey
que me encierra
-concha de siluetas de fuego-,
beber hasta quedarme embriagada de alcoholes,
ser camaleón
-camaleones subidos a una rama de olivo-,
quitarme la piel con el roce de un labio,
de una lengua que arde más allá del sentir,
más allá del propio ser o del estar.....

Besos de sombras me recorren esta brisa
que se empeña en continuar labrándome
profundas, muy profundas
las cuerdas que me atan a tu cintura encarnada,
conchabadas ambas
-¿unión reprochable?-
a este sentir que se escapa.

¿Quién me dice que las conchas no son
o si son
solo las nacaran con besos?

Bésame, bésame intensamente
que los besos de coral también me valen
-rúbeo,
sangre,
vital deseo suelto en mi pecho-,

y si no tienes besos mis besos nos sobran,

¡deliran en tu piel y en mi boca!.