Estuve leyendo un relato del Gran Maestro Uruguayo Eduardo Galeano y quede, porsupuesto, extasiado con esa maravilla. Pero también me dejo la inquietud de transmitir, esas cosas que por ahí no se dicen de las situaciones cotidianas que se producen, y que, por falta de tiempo, por mal entendimiento, por dejadez, o por hastió; uno deja de comentar o criticar y permite que se instale como un hecho consumado avalado por todos, al menos esa pasa a ser la sensación generalizada que el hecho asume desde ese momento que la autoridad la instala como legalmente habilitada.
El caso viene porque no hace mucho hemos votado aquí en Córdoba, República Argentina, eligiendo nuevo gobernador, y después del mamarracho que se vivió en esa jornada, plagada de irregularidades, muy posteriormente (como a los dos meses) se dio a conocer al `elegido´. Pero es tan poco fiable en el método por el cual se llego a esta determinación que lo mínimo que una persona sensata debió haber hecho, al momento de darse a conocer este trucho aval que lo designaba, era el de renunciar. Claro que va a renunciar o que le vamos a pedir sensatez a un corrupto; porque su actitud no me da lugar a pensar de otro modo, pero también, a veces no hay que ser tan cuidadoso y decir las cosas como vienen, joder, ES UN CORRUPTO. Como parecen serlo en estos tiempos la mayoría de los tipos que dicen ser nuestros representantes o se candidatean con esa consigna, hasta que llegan y después si te he visto no me acuerdo.

En definitiva, a lo que iba era que esta es una sensación generalizada en mi Ciudad y no digo de toda la población pero en un 70%. Entonces que me vienen a hablar de la lealtad, si nosotros somos la lealtad, (Grande Piti).
Cerrando este breve comentario quería rescatar del relato del Maestro esa condición de que somos mil mieditos que unidos podemos formar un gran coraje, imagínenselo, ¿no seria maravilloso?