PONENCIA PRESENTADA EL 21 DE OCTUBRE DE 2007 EN EL XI CONGRESO DOMINICANO DE HISTORIA, ORGANIZADO POR LA MUSEO NACIONAL DE HISTORIA Y GEOGRAFÍA DE LA REPÚBLICA DOMINICANA Y OTRAS INSTITUCIONES.
“No son la técnica, ni la economía ni la política las que resolverán nuestros problemas. El proyecto de hacer el futuro es en primer lugar un programa cultural... Sin cultura no es posible abordar las transformaciones sociales; en esencia, esas transformaciones son un proceso cultural. Sin la creatividad y la fantasía no ganamos el futuro”.
Hilmar Hoffmann
1-INTRODUCCIÓN.
La inquietud sobre el valor económico-social de la cultura y su incidencia en la sociedad es un tema de interés relativamente reciente en el mundo. Nos informa Carlos Enrique Guzmán Cárdenas en su ponencia para el Encuentro sobre el tema producido por FUNGLODE en la inauguración de su Centro de Estudios de la Cultura, que es en los años 70 cuando comienza a discutirse el tema de las industrias culturales de forma específica.
Como fenómeno concreto, surge en los Estados Unidos en la década anterior, donde se les llama industrias del entretenimiento o del ocio. Se calcularon los aportes de éstas al Producto Interno Bruto de la Nación, viéndose que era significativo. Luego, el Reino Unido lleva el tema a Europa, con un concepto más amplio, al llamarles industrias creativas e incluir a la publicidad y las instancias comunicacionales. Un documento inglés las define como 'aquellas industrias que tienen su origen en la creatividad individual, las habilidades y el talento, y que buscan el bienestar y la creación de trabajos a través de la generación y explotación de la propiedad intelectual'. (1998 Documento guía, Departamento de Cultura, Medios y Deporte).
Después de muchas discusiones en foros internacionales, los expertos acuñan la expresión, “industrias culturales”, con una visión todavía más abarcante, que está resumida en la acertada definición del poeta, novelista, ensayista e investigador uruguayo Hugo Achugar:
“Se entiende por producción cultural (…) no sólo la producción artística tradicional –literatura, pintura, música, teatro y equivalentes- sino el conjunto de bienes y servicios relacionados tanto con lo que se ha llamado ‘alta cultura’ como con lo que resulta de las ‘industrias culturales’ o ‘cultura masiva –radio, televisión, revistas, discos, conciertos, recitales, videos, cable, etc.-, de la ‘cultura popular’ o ‘cultura folclórica’ –artesanías, eventos populares, por ejemplo ferias, ‘fiestas folclóricas’, etc. de las diversas instituciones ‘culturales’ –casas de cultura, museos, galerías, etc.-, sin tener en cuenta, por otra parte, todo lo relacionado con el ámbito de la educación”.
Aunque hay muchas buenas definiciones, como la de Harvey, Hoffman y otras discutidas ampliamente por los expertos en Mondiacult, (Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales), celebrada en México en agosto de 1982, nos guiaremos por esta de Achugar. Lo haremos así porque ella nos permite visualizar con claridad el fenómeno cultural en su diversidad y unicidad. Claro, dándole nuestra propia interpretación, y hurgando en su interior para establecer los conceptos de cultura comercial o industrias culturales y cultura pura o folclórica sumada a la labor artística y creativa, y cultura tecnológica o del trabajo científico e inventivo combinado a los recursos y herramientas de uso práctico. Más adelante explicaremos en detalle el contenido de esta nomenclatura nuestra.
Es importante aclarar, así desde el principio, que en esta exposición no se encontrarán conclusiones acabadas sino sondas, aproximaciones, datos, puntos de vistas y temas para el análisis. Ello así, en 1er. lugar porque las realidades siempre pueden mirarse desde infinitos puntos de vista, y desde cada uno de ellos serán distintas, y algunas veces hasta totalmente opuestas, sin dejar de ser la misma, y sin que ese antagonismo -como demostró Hegel- haga ilógica su existencia. En 2do. lugar, porque el avance de los conocimientos en los años más recientes de la humanidad ha llegado a establecer que si se quiere buscar la verdad, no debemos amarrarnos a juicios, análisis o estudios como tesis definitivas. Son un paso dentro del largo y complejo camino de lucha por comprender los fenómenos del mundo. Toda afirmación será siempre provisional y estará mediatizada y limitada por el constante fluir del objeto estudiado, de la investigación y hasta de la evolución de la lengua en que se escribe. Y en 3er. Lugar, que la cultura relacionada con el desarrollo y su peso económico es tema reciente en las mesas de discusión. Tiene apenas 20 o 30 años discutiéndose a fondo.
La parte más tratada en los años recientes es el rol económico de las industrias culturales, su rentabilidad y aportes al PIB de las naciones. Ese tema ha recorrido ya un largo trecho de seminarios, talleres, encuentros en la UNESCO y otros organismos internacionales y multilaterales.
Por ello, aunque abordaremos dicho aspecto, nos concentraremos en otros que actualmente no tan discutidos, pero no menos importantes para establecer la pertinencia de invertir en la cultura. Buscaremos responder a las siguientes preguntas: 1-¿Qué objetivos perseguimos al escribir este trabajo? 2-¿En qué consisten las tres vertientes de la cultura: la comercial, la pura y la tecnológica? 3-¿Cómo favorece la cultura a la imagen de una nación? 4-¿Aporta la cultura al Producto Interno Bruto? 5-¿Aporta la cultura a los profesionales de otras áreas? 6-¿Qué beneficios trae a las sociedades la expansión de la enseñanza de la creatividad a todos los niveles? 7-¿Pueden los productos culturales incentivar los valores morales de los pueblos?
2-OBJETIVOS DE ESTA EXPOSICIÓN.
Varios son los objetivos o metas a alcanzar en este esta exposición.
1ro. Definir los distintos roles de la cultura global entendida ésta como la sumatoria de las tres vertientes fundamentales que acabamos de definir: cultura comercial –o industrias culturales si se quieres decirles así- y la cultura pura y la cultura técnica.
2do. Lograr que sectores sociales no identificados con las inquietudes culturales puedan entender su importancia y la necesidad de que el sector estatal y el privado inviertan en ella y logren mayores beneficios para ellos y los ciudadanos.
3ro. Investigar para qué sirve el trabajo cultural y sus productos y cómo ayuda en su labor diaria al agrónomo, sociólogo, economista, ingeniero, médico, empresario, sastre, cocinero, chef, vendedor, mercadólogo, político, abogado y otras profesiones cuyo desenvolvimiento aparentemente no tiene nada qué ver con lo cultural. Y cómo influyen también en la vida moral, productiva, social y en la búsqueda de diversión del ciudadano común de las sociedades modernas. Además, cómo pueden los productos culturales usarse para estimular la conducta moral y el combate a males como la delincuencia.
4to. La puesta en valor de la cultura y sus productos en la sociedad moderna, dando por en tendido que el concepto de puesta en valor lo usaremos con el mismo criterio que se usa en el mundo museológico; es decir, realizar los estudios y evaluaciones conducentes a que se reconozca la importancia que tiene para la vida social. Es el objetivo de más alto interés en este trabajo, ya que para quienes nos dedicamos a la creación, fabricación o invento de productos culturales, requerimos, para nuestro buen modus operandi, que se dé a dichos productos la importancia y el amplio financiamiento que merecen..
3-CULTURA PURA. CULTURA COMERCIAL. CULTURA TECNOLÓGICA.
Para los fines estratégicos de llamar la atención a quienes planifican las inversiones de los Estados sobre la necesidad de dedicar muchos fondos la cultura, es importante que se focalice como parte de ella a una serie de actividades sociales generadoras de millones y millones de pesos al PIB -industria musical, cinematográfica, publicitaria, televisiva, periodística, escultura y pintura artesanales en serie, literatura light y otros negocios de entretenimiento-, pues de esta manera esos sectores pueden convertirse en aliados cuyos intereses los harán impulsar que se invierta en la otra parte de la cultura. ¿Por qué decimos esto? Veamos.
Hurgando al interior del concepto cultura, descubrimos tres partes fundamentales para los fines de este escrito: cultura pura, cultura comercial y cultura tecnológica. ¿A qué llamamos cultura pura? Es el conjunto de las creaciones y recursos tangibles e intangibles que al momento no son comercializables, tales como el folclor, la literatura altamente creativa, música clásica, pintura y escultura altamente creativas, cine experimental, así como los recursos que son bienes culturales –edificios modelos arquitectónicos, tumbas o petroglifos, etc.- que son parte de las riquezas del pueblo que aún no interesa al mercado pero que el Estado está en la obligación de preservar. En el caso dominicano, por ejemplo, mangulina, carabiné, palos, pambiche, salve, criolla, religiosidad popular, refranes, adivinanzas, monumentos, piezas autóctonas, nuestros clásicos de las letras, la pintura, la música, en fin, la totalidad del patrimonio tangible intangible de la Nación..
¿A qué llamamos cultura comercial? Es el la parte formada por los bienes creados o inventados pertenecientes a autores que los han creado y que forman parte de las mercancías creativas que las industrias culturales comercializan con fines lucrativos, incluyendo en ella a la ya mencionadas industrias del cine, publicidad, literatura –light y altamente creativa-, artes plásticas light, artesanía, arquitectura y, grosso modo, todo lo que es susceptible de ser protegido por los derechos de autor.
¿A qué llamamos cultura tecnológica? Es la suma de los métodos, descubrimientos, mecanismos, inventos que realizan los pueblos con el objeto de resolver los problemas prácticos y teóricos de su vida diaria. Esta parte sirve a las dos anteriores, puesto que se dedica a profundizar en la búsqueda de mejores medios comerciales, descubriendo, in ventando y aplicando métodos que enriquecen las posibilidades del comercio y dinamizan las posibilidades creativas.
Cabe observar aquí que actualmente tanto los planificadores gubernamentales de Latinoamérica y gran parte del mundo sólo prestan atención a la cultura comercial y a los beneficios que el Estado recibe de ésta, a través de lo que aportan al PIB y en pagos de impuestos. Pero aún así, no invierten nada o muy poco en estimular el desarrollo y expansión de la misma, la cual tiene así un crecimiento espontáneo impulsado por los vaivenes de la moda y el comercio nacional y mundial.
Es claro que si un Estado se planteara la meta de multiplicar los beneficios que recibe de la cultura comercial, tendría que recurrir a la cultura tecnológica para que le estudie el mercado y su entorno y le busque soluciones. Y es evidente que entre esas soluciones se hallará como uno de los ingredientes fundamentales el estudio, estímulo y promoción de los elementos que conforman la cultura pura, que es, como hemos dicho ya, la matriz sin la cual existirían muy pobremente o no existirían muchas de las principales mercancías que dan vida a la cultura comercial y sus industrias. De ese modo se vería la necesidad de desarrollar una dinámica política de investigación, financiada por engrosados fondos, dedicados, por ejemplo, a estudiar las riquezas literarias antiguas y modernas. Lo mismo puede hacerse con las riquezas folclóricas, que son igualmente importantes para el desarrollo de la cultura comercial y las industrias culturales.
La cultura comercial ha de ser aliada de la cultura pura en sus búsqueda de que el Estado invierta en esta última. Cuando los negociantes que sacan millones de pesos de la cultura comercial sean convencidos de que el fundamento principal para enriquecer y abrir cada vez más posibilidades de rentabilidad a sus productos es la cultura pura, invertirán en ella las cantidades suficientes, y el Estado podrá crear en combinación con ellos, los mecanismos para asegurar la cantidad, calidad y constancia de esa inversión. Que mientras más pueda investigarse y poner en valor ese patrimonio tangible e intangible del pueblo, más posibilidades de ganar dinero en sus negocios tienen los gobernantes y comerciantes de sacarle provecho económico. Porque la cultura pura es la matriz, la base, la raíz que hace posible la existencia, evolución y renovación de los productos seriados de la cultura comercial.
Un buen ejemplo de lo que decimos es la bachata, que recientemente se ha convertido en un producto de amplio espectro comercial. Primero fue parte de la cultura pura, un producto folclórico, de poco interés comercial, cultivado y preservado por minorías de bajo nivel socio-económico que no había descubierto su verdadero valor. Luego, la investigación realizada por el Grupo Convite demostró la importancia que tiene como creación del pueblo dominicano, e hizo que sectores con nivel educativo se interesaran en ella. Después Luis Díaz, Juan Luis Guerra, Víctor Víctor y otros músicos de calidad y reconocido prestigio grabaron bachatas exitosamente, y eso provocó que la industria musical se interesara en ella en una producción a gran escala.. Y de ahí le vino su boom comercial que crece cada día más en Europa, Estados Unidos, Asia, en casi todo el mundo. Es decir, ese producto de cultura pura, no comercial, fue la materia prima ese gran negocio que ahora es ese género musical que tantos millones de pesos -tal vez hasta millardos- en impuestos ha traído al fisco.
4-LA CULTURA Y LA IMAGEN A LAS NACIONES.
Este es un aspecto que he abordado de forma detallada en otro escrito titulado “Cultura y Nación en tiempos de globalización”, que pueden ustedes encontrar en Internet, ingresando mi nombre a google u otro explorador en castellano, y haciendo clic en el link de la Página de los Cuentos y allí en mi nick delfinnegro. De todos modos, a continuación enfocaremos más detalladamente algunos aspectos que en aquel trabajo tocamos tangencialmente.
Para explicar la importancia de la cultura en la imagen de una nación, tomaré como ejemplo una breve nota publicada por mi amigo el escritor René Rodríguez Soriano. Él ha señalado recientemente en el cyberperiódico Contrapunto: “Si hay algo que identifica a los dominicanos en cualquier parte del mundo, además de su amor por la pelota, los tostones y los frijoles con dulce –debió decir habichuelas, como le decimos los dominicanos, JF-, es su acendrado amor por la tierra que los vio nacer. No importan los colores de los equipos ni de los partidos, poca gente saca la cara por su patria con tanto amor y devoción como un quisqueyano”. Tiene razón y no la tiene, el autor de la novela recién premiada “En los malos tiempos”.
La tiene porque es cierto que esos productos culturales mencionados son parte de la identidad dominicana, y pasan a formar parte del telón de fondo psíquico que nos define y condiciona a través de la educación formal e informal que recibimos en casa desde pequeños.
Sin embargo, no tiene razón el poeta y narrador al enfocar eso como una característica propia del dominicano. En realidad, todos los pueblos del mundo se comportan de manera similar. Siempre el ciudadano de una país se lleva sus hábitos adonde vaya, quiera o no, y aunque incluso en muchos casos como el nuestro los complejos de inferioridad le lleven a despreciar sus costumbres, sus hábitos, sus elementos identitarios, tanto en la forma de comer como de vestir, de bañarse, de enamorarse, de entonar la lengua, con su cantito que cada ciudadano nota en el otro y no nota en sí mismo. Esto lo prueba también un anuncio de un restaurant mexicano que se halla en París. Dice el locutor de la cuña televisiva: “Cuando te vas de México, crees que dejaste a nuestro país. No. Adonde vayas, tú te llevas a México. Por eso, porque lo sabemos, te ofrecemos el Restaurant X, en pleno centro de París, con todo lo que comes en México”. Es decir, que los autores del mismo conocen bien esa característica de todos los pueblos del mundo.
De modo que esto no es una virtud o defecto de los dominicanos. Y al decir esto, entro a abordar otro punto de vista desde el que puede verse el fenómeno. ¿Es una virtud o un defecto que un dominicano busque fuera esos productos culturales propios nuestros? Claramente, una virtud. Pero hay muchos que, aun siendo parte del mundo cultural, lo consideran un defecto. Y a propósito de eso, recuerdo a una joven dominicana, que se considera muy dominicanista y culta. Se burlaba de un diplomático quisqueyano que, según su narración, al llegar a Inglaterra lo primero que dijo fue: “Quiero ir ahora mismo a un lugar de Inglaterra donde pueda comerme un mangú con huevo salpicado de cebollas sofritas mientras oigo una bachatica”.
Nuestra graciosa joven ponía esto como ejemplo de lo atrasado, lo poco distinguido y mal educado del diplomático. Y consideraba que daba vergüenza tener diplomáticos así. Empero, yo me pregunto si ella le daría los mismos calificativos despectivos a un diplomático ruso que llegara a Santo Domingo y dijera que lo primero que desea es que le digan un lugar donde pueda comer caviar bajo los efectos sonoros de una polca de Tchaikosky.
Estoy seguro de que no. De que lo consideraría fino y distinguido. ¿Y por qué esta diferencia? Porque la culta joven, al igual que muchos otros dominicanos, no está identificada con nuestros productos culturales, que los considera de segunda, tercera, cuarta o hasta de ultimísima categoría. Cuando en realidad son productos o creaciones culturales tan válidas y valiosas como las de otros pueblos. Lo que sucede es que esos otros tienen lo que en publicidad llamamos un posicionamiento internacional de mejor imagen en el gusto de la gente. Y han alcanzado ese posicionamiento debido a que los pueblos que los han creado no se acomplejan con ellos, no los ven como de mala categoría, como ven los dominicanos a los suyos. Todo lo contrario. Los valoran y promueven como algo distinguido que las personas de otros pueblos del mundo deben consumir o usar como una manera de mostrar que son de clase fina y destacarse en los ambientes sociales.
He puesto estos dos ejemplos, como una manera de decirles a ustedes que el trabajo de poner el valor los productos culturales creativos, folklóricos y artísticos debe comenzar por hacer que la gente que trabaja como promotor cultural o cultiva la cultura creativa artística adquiera una clara conciencia de ese valor. Entre ellos, claro está, nuestros trabajadores de la cultura, muchos de los cuales, además de no tener mucho aprecio por la cultura pura o “alta cultura”: música y teatro clásico, por ejemplo, tampoco lo tienen por la cultura folclórica.
Sin embargo, los productos de la cultura folclórica, cuando se yerguen y alcanzan un lugar preponderante en los grandes mercados, contribuyen a dar a cada nación una imagen más elevada, al mostrar las riquezas que son capaces de aportar al mundo. Con lo que alimentan el concepto mercadológico que Philip Kotler llama marca-nación, al proyectar al país de origen como creativo, capaz de inventar un ritmo, música, danza y letras que calan en las mentes de los consumidores del planeta, desde los más pobres, como Nicaragua o El Salvador hasta los más ricos, como Italia o Francia. Es lo que ocurre actualmente con la bachata y su exitosa expansión por el mundo.
5-LA CULTURA PRODUCE MUCHO DINERO.
Aún queda un buen territorio por andar para conseguir que los economistas y otros técnicos que diseñan los planes de desarrollo en Latinoamérica se convenzan de la importancia de invertir en impulsar la cultura, conscientes de que ese dinero tendrá un retorno multiplicado en utilidades en beneficio de la nación.
Tal como ha dicho el experto venezolano Carlos Guzmán Cárdenas, en nuestros países latinoamericanos no existen estadísticas claras sobre los aportes de la cultura al Producto Interno Bruto. Nuestra República Dominicana no es la excepción. A pesar de ello, han podido hacerse apreciaciones comparativas con las de otros países del planeta y proyecciones aproximadas que permiten demostrar la magnitud de sus aportes.
Según señala Etzel Báez, citando informes de la UNESCO, el aporte de “la industria cultural es el 3% del PIB en 12 de los 15 países de la Unión Europea; en otros sube hasta un 5.2%”. Es un índice de que si se invierte en ellos, los productos culturales pueden producir mucho dinero al fisco.
Sin embargo, a grosso modo, a simple vista y sin estadísticas, sabemos que República Dominicana el aporte al PIB es significativo, como cuando en los años 70 se produjo el boom internacional del merengue, y actualmente con el boom mundial de la bachata, la cual sin ser planeadamente lanzada al mundo por los gobiernos dominicanos, se ha posicionado, en un movimiento espontáneo primero y comercializado después, como uno de los productos culturales que más millones de pesos produce actualmente al pueblo y gobierno dominicanos.
En este aspecto hay dos posiciones extremas que necesitan ser conciliadas: Una, de los ortodoxos tradicionales del mundo de la cultura pura, quienes odian el comercio. Otra, de los comerciantes, acostumbrados a valorar las artes como valoran todo: por su precio en pesos. Unos absolutizan el valor simbólico. Otros, el valor monetario.
Diríamos, interpretando una inquietud de Guzmán Cárdenas en esa dirección, que unos quieren salvar al arte del comercio puro, y otros quieren salvar al comercio del arte puro.
En realidad, lo correcto no es poner el arte como contraposición al producto en serie o a la artesanía simple y sencilla, oponer la “gran” literatura a la literatura light, y satanizar a los últimos en beneficio de los primeros. Tampoco es correcto quedarse en la promoción del arte y la literatura “menores”. Lo correcto es concebirlas como parte de una sola industria cultural, seccionada en dos partes que son como las dos caras de una moneda, que una no puede existir sin la otra, y cada una juega su papel en el movimiento dialéctico cultural. Una como masificadora y facilitadota para acercar a un público poco culto al mundo creativo -como hacen las novelas d Paulo Coelho, Marcial la Fuente Estefanía, o Corín Tellado, Carlos Cuauhtemoc Sánchez y otros- y la otra como diversificadora y enriquecedora de las obras de arte, creando así los nuevos caminos que todo comercio necesita para sobrevivir al gusto, que no va anquilosarse toda la vida en un tipo de novelita romántica, de vaquero, policíaca o de otro tipo que se produzca en interminables series -verbigracia Julio Cortázar, Albert Camus, Arthur Miller, Eugene Ionesco y otros-.
Es decir, la obra de arte tiene, al igual que todos los productos del mercado, un valor simbólico y otro de uso o monetario. En el caso del arte el valor simbólico es mucho mayor que el de un bien común, y se acerca más al del bien común en la medida en que se hace en serie y se convierte en un éxito comercial. Lo contrario le pasa al bien común, mientras más aumenta su valor simbólico, más se aleja de ser un bien común y se acerca a ser un objeto único como el arte.
6-LA CULTURA APORTA A PROFESIONALES DE DIVERSAS ÁREAS..
En una entrevista que nos hizo el prestigioso escritor dominicano León David, nos preguntaba para qué sirve la poesía, cuál es su valor de uso. Es muy importante abordar ese tema. Así como muchos profesionales consideran a la poesía una tontería de ilusos, de vagos, de románticos, de gente sin sentido práctico, hay gente del mundo cultural que también piensan algo parecido. Poetas he visto que dicen no saber para qué sirve la poesía.
Esta carencia de idea del valor uso de la poesía, abarca también a la música culta, la pintura y las artes en general. Sin embargo, la práctica demuestra que estas artes tienen un gran valor para cualquier profesional, sin importar lo supuestamente lejos del arte que esté su oficio.
En los razonamientos que a continuación planteo, no hago más que demostrar que Hilmar Hoffmann tiene razón cuando afirma que “las transformaciones sociales no son la consecuencia automática del progreso técnico o de procesos sociales. Éstos sólo abren los espacios para nuevas posibilidades. El resultado de ello, la dirección de los cambios, es definido en última instancia por las prioridades establecidas por las tendencias culturales de una comunidad. La filosofía, la religión y las artes son las variables que influyen sobre la vida práctica y enriquecen éticamente a los seres humanos, al tiempo que se condicionan mutuamente. Las respuestas a la pregunta ¿Qué es el ser humano? formuladas en el lenguaje simbólico de las artes, se reflejan nuevamente en el pensamiento y le proporcionan un perfil al accionar humano”.
Para un médico, por ejemplo, ¿un poema, pintura o pieza musical, sólo tiene un valor como entretención, deleite espiritual, objeto de ocio de elevada factura? ¿En alguna medida una percepción, señal intuitiva o conocimientos directos obtenidos a través del del contacto y disfrute de una obra de arte puede ser útil para la práctica de una cirugía?
Parecería que no, que la distancia es del cielo a la tierra. Que es locura ponerse a relacionar una cosa con la otra. Empero, hemos conversado con médicos y otros profesionales que nos han comunicado cómo han resuelto problemas de su profesión con lo que aprendió leyendo un poema, un cuento, novela u otra creación.
Por ello, nos atrevemos a afirmar que tienen una profunda e importante relación. Si el médico que opera en el quirófano ha entrado en contacto con una obra como “Triciclo”, de Ramón Oviedo o con “Prostituta”, de Jorge Severino, para poner sólo dos ejemplos, tendrá una mejor respuesta en caso de que en la operación se le presente un corte de músculo o de nervio distinto de lo que esperaba. ¿Por qué? Porque en la obra de Oviedo, hay una visión del triciclo totalmente distinta de la que espera el espectador.
En República Dominicana, se han hecho muchos cuadros de triciclos y tricleros en la calle. Pero en todas o casi todas, al triciclo lo observan unos ojos que están a su nivel, el ojo observa desde la calle, desde una acera o balcón, y ve un triciclo como lo ve habitualmente todo el transeúnte u observador casero. Pero Oviedo, por ser artista de gran fuerza creativa, ha enfocado al triciclo y al triciclero en forma extraña, sorprendente: en picada alta. Es decir, están viéndolo los ojos de una persona que está quizás en un veinteavo piso, quizás desde un penthouses de lujo, tal vez cómodamente acompañada, por todo el confort de clase de un apartamento lejano en las alturas. Ve al triclero como una mosca, un mosquito, una pequeña mancha en el fondo de la calle, apenas visible. Ha captado Oviedo quizás la visión de clase que se tiene de un simple, anónimo, humilde y humillante vendutero de la calle, con sus frutas que vocea en el azar de conseguir cada día el sustento.
Esa manera de observar, sumada a otros elementos técnicos, a los toques característicos del artista, convierten al cuadro en un universo de reflexión y aprendizaje, aunque ese no fuera el propósito del artista –que no ha de serlo en ningún artista, ya que la función directa del arte no es la enseñanza ni más nada más que el arte mismo-, y transporta al espectador a una cantidad de señales simbólicas que enriquecen la mente y la visión del mundo del espectador.
El caso de la mujer del cuadro de Jorge Severino está también vista de forma extremadamente creativa, diferente. No está donde esperamos a una prostituta: en un burdel, bailando o pintarrajeada en exceso para provocar a algún hombre, con alguna pierna o muslo semidescubierto, un seno con sus formas insinuadas o casi al aire, para que los parroquianos pierdan la vista en ellos.
La de Severino no. Está sentada en una acera de la calle, con un gran vestido, a media pierna, que no muestra nada o muy poco erotismo. Con los ojos tristes. Mira unos pequeños peces paseándose por el aire, indiferentes a ella. Hay aquí un mensaje sobre la parte triste de esa artista de las caricias que es ella, dedicada a ser ese payaso íntimo que se mueve al antojo del mejor postor. Quizás quiere pescar esos pescados que son sus clientes, para los que ella sabe que no vale más que un momento fugaz, y luego no interesa, es un rastrojo, un desperdicio, el sobrante de una operación en que el otro sólo paga y se va.
¿Qué produce en el médico el efecto de observar esas obras creadoras excelentes? Le da a conocer detalles que nunca aprendería en una facultad de medicina. El más importante es entender de manera vívida que las cosas tienen muchos puntos de vistas desde los cuales mirarse, y no sólo los que el común de las visiones nos enseñan. Una rara forma de ver al triciclero y la prostituta. Esto desarrolla su espíritu creativo, amplía el ángulo de su mirada interior, y lo entrena en el ejercicio o juego de buscar los lados inesperados de las cosas, la otra cara no visible a simple vista, cuyo ejercicio aguza la inteligencia.
Será una cátedra de creatividad tan necesaria como el dominio del bisturí, la anestesia o las tijeras de operar. Porque puede salvar a cientos de pacientes simplemente por haber aprendido a salirse de la forma ortodoxa de actuar, de los esquemas y métodos de un proceso operatorio, cuando las necesidades del caso lo ameritan, cuando se presenta algo que su mente percibe que sólo resolverá la situación si responde saliéndose de las fórmulas preestablecidas por los libros y profesores que lo formaron, y así triunfará y salvará al paciente.
De ahí que ese médico o cualquier otro profesional, sale de esta experiencia artística con un mayor nivel de capacidad, con una perspectiva más amplia sobre su quehacer y la vida en general, y ello, cuando se produce de forma repetida y multiplicada hará que se concluya en que el arte tiene una función en mejorar la calidad de los profesionales.
Los estudiosos de la programación neuro-lingüística y otros pensadores modernos, han comprobado ya de forma palmaria que la inteligencia y la creatividad andan juntas, pues inteligente es el que es capaz de ofrecer respuestas nuevas y funcionales a los problemas planteados. Y algo similar hace la creatividad, con la ligera diferencia de poder dar no sólo las respuestas necesarias para solucionar el problema sino también para jugar con él o convertirlo en objeto artístico, al verlo desde una perspectiva “alocada”, “apocalíptica” para los espíritus “integrados”, como diría Umberto Eco.
Pero hay más. En ambas obras plásticas hay un trasfondo moral, un telón de fondo ético –como lo hay casi siempre en todas las grandes obras de los creadores, aunque estemos contestes en que ese no es el objetivo ni el motor que impulsa a hacer una creación artística- que interactúa y penetra consciente o inconscientemente al espectador.
Los cuadros de este ejemplo consiguen que éste se haga una nueva idea de ambos personajes callejeros.
A uno, en vez de verlo como un asqueroso y hediondo hombrecito vendiendo productos que quizás él ni compra por razones de higiene, ahora lo ve como un triste hombre del pueblo al que debemos tener conmiseración, tratarlo con cierta consideración cuando vamos en nuestro vehículo y lo vemos que va cruzar tal vez a pie, empujando su triciclo lleno de frutas y víveres.
A la otra, el observador del cuadro aprende a verla no sólo como una chivirica, fresca, puta, pornográfica, corrupta y desvergonzada mujer, sino también un ser en cuya vida hay aspectos dolorosos, amargos, como cuando amanece triste o adolorida, y a pesar de ellos debe participar en la “fiesta” diaria del prostíbulo.
Ese aspecto, mejora la salud moral del médico, quien por efecto de estos cuadros puede cambiar su visión del paciente, al que pasa a ver como algo más que un medio de ganarse la vida. Redescubre al ser humano. Quizás ve en él a un padre del que podría ser su hijo, un hermano suyo, un hijo, un amigo o amiga. Y cuando va a tomar el bisturí con estas ideas éticas permeadas por los cuadros, poemas u obras musicales que le emocionan y elevan el espíritu, repito que cuando va aplicar las herramientas de su trabajo, lo hará tocado por estas visiones éticas, y su esfuerzo ante el paciente propenderá a mejores resultados.
Está comprobado por los estudiosos de la psicología moderna: los estados mentales, las convicciones éticas y morales, bien entendidas y manejadas con cuidado, son un impulso las habilidades físicas y mentales, que se vuelven más activas, pertinaces y perspicaces. Producen una actitud que multiplica y enriquece sus aptitudes, pues esa emoción le impele a actuar, le da motivos que van más allá de los de su simple función profesional o de las necesidades primarias o secundarias del vivir práctico y cotidiano.
Todo esto nos conduce a la idea de que las sociedades modernas –y las de siempre, pero las modernas más- requieren que los profesionales, empleados y trabajadores de todas las áreas, y no sólo los artistas, sean creativos, desarrollen sus potencialidades creadoras innatas, que como seres humanos traemos todos al nacer.
7-IMPULSAR LA CREATIVIDAD EN TODA LA SOCIEDAD.
Precisamente, por eso, por el importante papel que juega la creatividad en la vida de cualquier persona, como parte del trabajo que emprendimos en la Biblioteca República Dominicana, creamos un Círculo Creativo. No con el fin de que fuera un taller de artistas. No. El objetivo está enfocado con una visión más amplia y profunda. Lo concebimos como un laboratorio de experimentación creadora donde cualquier profesional de la sociedad venga a aprender las técnicas creativas que todos estamos en aptitud y actitud de aprender y aplicar, si seguimos las sencillas fórmulas acumuladas por la experiencia creadora.
Si los gobiernos tuvieran un pequeño de Departamento de Creatividad en cada Secretaría o Ministerio, estamos seguros de que hay cientos de problemas cuyas soluciones convencionales a la vista cuestan mucho dinero, ese pequeño equipo le buscará una salidas creativas menos costosas y a lo mejor más efectivas. Además, ese equipo enseñaría a todos los empleados a usar creativamente los recursos de su área de trabajo, así como su tiempo libre y hogareño, sacándole mayores beneficios en felicidad y acopio de recursos económicos, humanos y de interacción armoniosa con sus relacionados.
Por ello, al Instituto de Administración Pública de República Dominicana –organismo que se encarga junto a otros de ofrecer cursos para capacitar a los empleados del Estado- le hace un tiempo la idea de que se incluyera entre esos cursos uno de creatividad que se diera primero a los más altos funcionarios y luego fuera descendiendo hasta llegar a quienes realicen las tareas más simples dentro de los organismos estatales. Si se implementara esto, estamos seguros de que los resultados económicos, de rendimiento y productividad se multiplicarán en beneficio de esas instituciones en particular y de la sociedad en general.
Si hiciésemos eso, República Dominicana sería tal vez el primer país en poner en práctica esta jornada tan importante para una buena gerencia por objetivos y de estímulo a los empleados a todos los niveles de la escala jerárquica. Es más. Iríamos más lejos, e incluiríamos la creatividad como una materia que se enseñe desde los primeros cursos de formación de los niños. Porque la enseñanza de la creatividad no es más que entrenar al alumno en la práctica de juegos, ejercicios y técnicas que le permitan sacar el máximo provecho a las habilidades mentales que todo ser humano trae al nacer. Logrando que su mente sea más crítica, más ágil, más libre, desprejuiciada y preparada para enfrentar las eventualidades de la vida y prepararse para una vida feliz, y dotarlo de una cosmovisión en armonía con el entorno humano, material, técnico en que vivirá.
Quizás por ser la creatividad una asignatura reciente en los sistemas de enseñanza, no se ha podido expandir su inclusión en los planes de estudio de las distintas profesiones. Hasta donde sabemos, sólo la carrera de publicidad en su vertiente de gerencia creativa ofrece esta asignatura.
Por ello, hemos sugerido a los académicos que diseñan los planes de estudios de las escuelas de arte musical, artes plásticas, cine, teatro, que incluyan la creatividad en sus programas, porque, asombrosamente, hasta donde sabemos en República Dominicana no la tienen.
Cuando emprendimos el esfuerzo de crear el Círculo Creativo –con una concepción escrita de su naturaleza y una metodología para su funcionamiento-, así como cuando hicimos las sugerencias arriba mencionadas, no habíamos leído el libro “Nuestra diversidad creativa”, escrito por el entonces General de la ONU, Javier Pérez de Cuellar.
Llama la atención precisamente a este aspecto, indicando lo siguiente: “El siglo XX ha transformado la totalidad del planeta de un mundo finito de certidumbres en un mundo infinito de cuestionamiento y duda. Por tanto, hoy día es más necesario que nunca estimular la imaginación creativa y la iniciativa de los individuos, las comunidades y el conjunto de las sociedades. La noción de creatividad, no puede seguir restringiéndose al ámbito de las artes. Debe aplicarse a todo el espectro de la búsqueda de soluciones a los problemas humanos. Al mismo tiempo, las artes siguen constituyendo la expresión más fácilmente reconocible de "creatividad". Sin embargo, en el mundo de hoy, donde la cultura se ha convertido en un producto comercial, resulta a menudo difícil reconocer la verdadera creatividad: con demasiada frecuencia, consideramos la creatividad como algo garantizado de antemano, tal vez porque no siempre es fácil de medir y a menudo difícil de entender”.
El desarrollo de una actitud creativa en la población debe ser una estrategia de alta prioridad para los gobiernos del mundo, especialmente los latinoamericanos, en caso de que quieran que sus pueblos superen las falencias mentales del subdesarrollo como actitud. Porque sabido es que el subdesarrollo se torna más penoso y difícil de superar cuando se expresa como carencia de alimento espiritual, de ropa mental, de fuerzas interiores y en la carencia de una actitud de avanzar. Todo ello se resume en un marasmo y oscuridad del pensamiento y el sentimiento que contribuye a eternizar las dificultades y deficiencias materiales que son secuela y causa, causa y secuela,en una dialéctica que va y que viene meciendo nuestras miserias.
Claro, sabemos que los políticos tradicionales, los que han mantenido nuestros pueblos en la ignorancia y el oscurantismo como base para sustentar su dominio y el usufructo personal y familiar de sus bienes, no buscarían nunca la implementación de la creatividad en las poblaciones, porque saben que el aprendizaje de las herramientas creativas despierta la inteligencia, y permite descubrir y mover con facilidad y eficacia los hilos que mueven y dirigen el drama socio-económico.
Sin embargo, las demandas de los tiempos, el input y el ouput tecnológico que vivimos hará que esas fuerzas se desarrollen, puesto que quiérase o no, la sociedad de la información va en forma acelerada convirtiéndose en la sociedad del conocimiento, la cual a su vez se transformará inevitablemente en sociedad creativa. Ello así porque la democratización de la información y del conocimiento está permitiendo que todos tengamos acceso a alimentar los ordenadores mentales, con una libertad y juego, con una diversidad cultural tan rica, que de forma inexorable la globalización conducirá hacia ella.
Porque no vivimos sólo la globalización de los negocios y mercados, sino que el Internet –fuerza productiva que constituye el cuarto eje productor de revoluciones de la humanidad, en conjunto con los otros tres anteriores: el fuego, la imprenta y la electricidad- y los otros recursos comunicacionales del mundo actual están produciendo una globalización de todo lo existente y susceptible de ser capturado por los sentidos y procesado por las mentes.
El Informe Pérez de Cuellar para la UNESCO, que luego se transformó en este libro, visualiza este destino, este devenir histórico, y aconseja a los gobiernos para que se pongan desde ahora en dirección a él y no en contra. Señala el autor:
"El conocimiento científico y tecnológico más avanzado, adecuadamente adaptado a las circunstancias locales, puede ser utilizado para empoderar a las poblaciones. El poder no reside únicamente en el saber técnico, sino en la apropiación de la capacidad social y técnica reunidas. La creatividad colectiva también significa hallar la forma de ayudar a que la gente cree formas nuevas y mejores de convivir y trabajar juntos.
Desgraciadamente, nuestra imaginación política no corre parejas con nuestra capacidad para ser científica y tecnológicamente creativos. Al nivel político, es necesario replantearse de manera radical y creativa el papel y los procedimientos de los gobiernos. La delegación de determinadas funciones en sentido descendente y de otras en sentido ascendente podría mejorar considerablemente la manera en que convivimos juntos y resolver cuestiones conflictivas, haciendo más accesibles a los que son elegidos para servir a los ciudadanos".
He ahí nuestro reto. He ahí uno de los más importantes aportes que hace la cultura a la sociedad en su conjunto, puesto que ciudadanos más creativos, y con pensamientos más libres, serán mejores ciudadanos, más productivo y con mejor comportamiento. Serán los hombres y mujeres que necesitan los planes de desarrollo para alcanzar o acercarnos a las naciones que van a la vanguardia en las realizaciones humanas.
8-LA CULTURA CULTIVA VALORES CONTRA LA DELINCUENCIA.
Como se ha visto a lo largo de esta exposición, tenemos la convicción de que generalmente la gente que frecuenta el contacto con las bellas artes, con lo más granado de la poesía, las artes plásticas, música y otras aludidas en este trabajo, además de dedicarse al ejercicio de la creatividad es gente con poca o ninguna tendencia al crimen o delito. De ahí se deduce que si motivamos a los jóvenes delincuentes reales o potenciales a acercarse al arte, pueden cambiar su conducta si ya es negativa o no llegar a ella si corren el riesgo de alcanzarla.
En nuestro país diríamos que se ha iniciado parcialmente este proyecto con el llamado “Barrio seguro”, aunque su aplicación es demasiado reciente como para conocer reales y efectivos resultados. Además de que la misma requiere ser combinada con la existencia de organizaciones comunitarias fuertes que de forma permanente hagan un trabajo de motivación en la toda la juventud como prevención al delito.
A este respecto, cabe mencionar entidades como el capítulo dominicano de la organización mundial Nueva Acrópolis, que si bien no trabaja con jóvenes delincuentes o potenciales delincuentes, sino con jóvenes de clase media a los que entrena en el dominio de algunas artes y les crea buenos hábitos de buenas lectura, música de calidad y otras habilidades, todas empleando la cultura como principal instrumento transformativo.
Otros ejemplos son los que se dan en Sudamérica, donde hay, según hemos visto en Internet, una gran cantidad de fundaciones que trabajan combatiendo y previniendo la delincuencia usando la cultura como herramienta disuasora y persuasora. En Chile, están la Fundación VivaChile y Fundación para la Superación de la Pobreza. En Argentina la Fundación Umbrales. En Bolivia Fundación Sepa. Son muchas más y en otros países, pero para no extendernos demasiado, nos quedaremos con ésas. Algunas llevan años trabajando en prevenir y combatir la delincuencia con arte y creatividad como sucedáneos de las actividades delincuenciales de los jóvenes y jovenzuelos.
La Fundación Umbrales señala que posee “Un equipo interdisciplinario conformado por 12 profesionales apunta a desarrollar las fortalezas de un grupo vulnerable de chicos de entre cinco y 15 años. Apelan a ejercitar habilidades poco frecuentes en el ámbito de donde vienen los chicos, como la capacidad de resolver conflictos a través de la palabra o la autorregulación de la conducta. También apuntalan la transmisión de valores, la autoestima y la creatividad a través de distintos talleres”.
El trabajo de esta fundación se apoya en la resiliencia, que se refiere a la capacidad de las personas para afrontar situaciones de adversidad con éxito y hasta, incluso, salir fortalecido o transformado después de una crisis.
La regla es que los jóvenes que han sido formados en el amor a las artes tienden a tener una mejor conducta que los no formados así. A ese respecto, Rosmery Egüez, de la Fundación Sepa señala: “Somos un grupo de personas que sale a rondar las calles tratando de ‘atrapar’ niños, niñas y adolescentes. Nuestras ‘armas’ son el teatro, la danza, la música, la literatura, las artes plásticas, el deporte… Son armas que no matan, sino que disparan creatividad y que sirven para combatir la violencia a través de la esperanza”.
Es decir, hacen un trabajo con los jóvenes de la calle, en los barrios pobres y paupérrimos de las grandes y pequeñas ciudades, y los resultados evidencian ser positivos, aunque todavía estamos en proceso de conseguir unas estadísticas que den la magnitud del mismo.
El trabajo de esas ONGs va en consonancia con una convicción personal nuestra, extraída de nuestras observaciones y preguntas realizadas en colegios privados y escuelas públicas de República Dominicana, hemos concluido en que los mejores estudiantes, los más dedicados al la lectura y proclives al arte, los de más altas notas, son casi siempre también los mejores en su comportamiento social y valores éticos y morales.
Ello también está confirmado en la experiencia que nos enseñaron los muchos clubes culturales que había en nuestro país en los años 60 y 70. El grueso de la juventud de las ciudades estaba dedicada a trabajar en los llamados clubes deportivo-culturales, en vez de estar inventando formas de delincuencia. Claro, no es que no hubiese delincuencia, pero la cantidad era mucho menor –aparte de los otros factores que incidían en la situación, como era una menor población y la no presencia de profesionales de la delincuencia deportados del extranjero, que sufrimos ahora-. Todo eso establece una correspondencia entre el cultivo de las artes y la conducta en la sociedad,
Es claro que la incursión de la obra de arte en la psiquis del espectador produce varios resultados favorables a su conducta como ciudadano. Despierta en él aspectos dormidos de su sensibilidad, que lo harán más capaz de percibir las motivaciones que conmueven el espíritu y activan los hilos nerviosos de la mente. Lo han demostrado los actuales estudios de programación neurolingüística, como dice Tony Buzan en su “Libro de los mapas mentales”. También lo han demostrado los creativos publicitarios, quienes con un anuncio bien elaborado, consiguen producir en el público las emociones que se proponen, lo cual comprueban los números de los estudios de mercado.
Eso mismo es capaz de hacer el artista que expone una creación a la lectura de una persona o conglomerado. Y si la obra de arte lo es de verdad, si tiene la calidad establecida por la experiencia del contacto con las grandes obras que conocemos, conducirá al espectador al sendero emocional que se propuso el artista.
Esto nos muestra esa otra utilidad que tienen los productos culturales creativos: La de elevar la sensibilidad emocional e inclinar a la mente hacia pensamientos de mejores valores morales y modales en su conducta social.
Pero hay más. Es evidente que un ciudadano que haya pasado parte de su tiempo de descanso leyendo una buena novela o disfrutando de una creación musical de valía creativa, rendirá más en su producción como obrero de una fábrica de ropa, oficinista o labriego. Ese no es descubrimiento reciente. Los viejos libros de management de Frederick Taylor y otros especialistas de los años 30 y 40 del siglo pasado, lo dejan establecido, y por ello recomendaban los momentos de solaz escuchando piezas musicales creativas, etc. Por ello, desde esos tiempos existía en las fábricas del llamado lector, persona que mientras los trabajadores hacen su labor, les lee novelas, cuentos, poemas.
Es decir, la obra de arte tiene, para el espectador elementos que enriquecen su vida y generan un ciudadano más productivo, rentable y valioso para integrarse a los planes de crecimiento y desarrollo económico de los países en general y de las empresas en particular porque:
a) Suministra informaciones, pues le pone en contacto con nuevas costumbres y maneras del ser humano, comportamientos del mundo, visiones filosófico-religiosas de los personajes, ambientes de naturaleza desconocida.
b) Aguza su inteligencia, ya que la forma nueva de enfocar un problema lo hace pensar y examinar la realidad de sus experiencias anteriores, reinterpretar el problema presentado por la obra, evaluar, juzgar, discutir, contradecir, con todo lo cual desarrolla su espíritu crítico.
c) Modifica y mejora valores éticos, ya que le produce replanteos de los que ha tenido y lo pone a evaluar y juzgar cual juez a los personajes y situaciones que le presenta la obra, de forma que reconfirma sus valores o los modifica en el proceso de diálogo interno entre espectador y artista en la atmósfera comunicacional del producto artístico como puente donde interactúan y se interinfluencian creador y espectador, emisor y receptor.
Cumplen estos asertos los postulados de los modernos métodos que buscan aumentar la productividad: Mientras mayor formación tiene un empleado, más rendirá en su trabajo.. Por ello, las grandes empresas, modelos de éxito, están constantemente formando a sus empleados, llevándoles mayor conocimiento.
Obviamente, profundizaran más en la búsqueda de una formación integral al empleado, tendrá por resultado un hombre o mujer de mayor calidad y rendimiento, ya que tendrá una conducta moral más elevada, comprenderá mejor los problemas de sus funciones, y por ello encontrará soluciones más creativas e inteligentes a las tareas que se le encomiendan.
Estas ideas que expresamos van en consonancia con las que se supone deben tener quienes dirigen la sociedad desde el Estado. Pues a esa cultura se refería el maestro Pedro Henríquez Ureña con su frase “Sólo la cultura salva a los pueblos”. Un pueblo de hombres cultos, sensibles al arte, con un buen arsenal de experiencias y vivencias en contacto con obras de arte, aumenta las posibilidades de tener un mayor número de ciudadanos preparados para ser buenos cumplidores de las leyes, respetuosos de los demás, honrados, honestos, pulcros.
En este sentido, cabe asimilar una experiencia demostradora de que lo afirmado por nosotros no es pura teoría. Corea y Taiwán, así como los países nórdicos, han obtenido resultados asombrosos de la aplicación de muchas de estas técnicas culturales. ¿Por qué Corea del Sur es actualmente la 10ma. potencia económica del mundo y Taiwán una sólida economía? ¿Qué hizo evolucionar sus economías, que en los años 60 no se diferenciaba mucho de la dominicana? Evidentemente lo fundamental es el trabajo educativo y cultural que ha producido en sus poblaciones la actitud necesaria para avanzar por el camino del desarrollo integral. Claro, todo ello sumado a su tradición cultural de gran riqueza y hondas raíces, de laboriosidad, persistencia y confianza en sí mismo como pueblos.
En ellos se cumple un axioma de las sociedades modernas: la educación es el factor principal de diferencia entre países ricos y pobres. Y de los elementos de la educación, el más importante es la cultura, a través de sus tres vertientes: pura, comercial y tecnológica.
De modo que el contacto con los productos culturales, en consonancia con otros factores, logra que el ciudadano común cambie su personalidad. Lo hace pasar de una actitud pasiva a activa, al desarrollar su inteligencia. Pasar de la actitud indiferente frente al dolor o alegría de los demás, hacia una consciente e integradora actitud que activa su sensibilidad, creatividad y conocimiento.
9-MIS CONCLUSOLUCIONES ANTE EL PROBLEMA.
1ro. Creemos que quienes realizan algún trabajo en el plano de la cultura pura, creativa o folclórica, ya sea como protagonista artístico o como promotor, debemos producir una cantidad y calidad suficiente de seminarios, encuentros, talleres y congresos, para primero que nada cultivar la conciencia de los que hacen cultura sobre el aporte de ésta a la economía, al bienestar social y a la formación y la estabilidad de las naciones.
Ello así porque lamentablemente, como hemos visto en el desarrollo de esta exposición, alguna de la gente que realiza trabajo cultural no tiene suficientemente clara la idea del valor de ésta ni lo que suministra a las cajas registradoras y a los activos de la contabilidad. Aún la ven como un pasivo, y no como el activo y capital que es.
2do. Estamos contestes en que debemos calcular y difundir los númeritos, o mejor, numerotes, que evidencian las ganancias directas e indirectas de las economías de los pueblos, consecuencia de la comercialización de los productos culturales.
3ro. Producir un cambio en los sistemas educativos, respecto de la enseñanza de las artes y el cultivo de ellas, de forma que esos futuros economistas, médicos, sociólogos, agrónomos, ingenieros, científicos, hayan desarrollado a tiempo sus sensibilidades artísticas. Esto sólo es posible si implementamos un sistema educativo impregnado de la teoría y práctica de la cultura pura, poniéndolos desde niños en contacto intelectual, vivencial y entretenido con sus mejores formas de manifestación: las creaciones y creadores individuales y las creaciones colectivas del folclor y las tradiciones dominicanas y mundiales. 4to. Instituir la enseñanza de las técnicas, juegos y recursos de la creatividad desde los primeros años de la educación de nuestros futuros ciudadanos.
Sólo así lograremos que los que dirigen los Estados del siglo XXI perciban y hagan parte de ellos y sus planes la puesta en valor de la cultura en las sociedades modernas.
BIBLIOGRAFÍA:
Hugo Achugar, Derechos culturales, ¿una nueva frontera de las políticas públicas para la cultura?
Dieter Kramer, La cultura en los vendavales de la globalización.
Sulamita Puig, Cultura, turismo y artesanía.
Carlos Enrique Guzmán Cárdenas, La cultura suma: políticas culturales y economía de la cultura.
Carlos Santos, Noción de desarrollo y políticas para las industrias culturales.
Bolívar Troncoso, Los nuevos paradigmas del turismo y su vinculación con la cultura.
Hilmar Hoffmann, Sobre la vida humana.
Etzel Báez, Los medios electrónicos e industria cultural
Javier Pérez de Cuellar, Nuestra diversidad creativa
Tony Buzan, Libro de los mapas mentales.
Frederick Taylor Management científico
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