No, algo semejante no se podía tolerar. a los 19 años todos los jóvenes planifican su vida, en cambio ella, estratégicamente escondida, veía el modo en el que dejaría de existir.

Caminó y de tanto alejarse encontró un río maravilloso, donde el agua tenía ese color que no se puede describir. Un escenario sorprendente para un acto no imaginado. El agua estaba demasiado helada, el atardecer ya aparecía en la distancia... cuando apareció ese bosque, tan complejo, tan distante, tan escabroso, pero tan encantador.

Eran alerces, sí, ella los amaba, porque en la clínica a la que debía ingresar, de cuando en cuando, había uno. En los momentos en que nada la podía despertar, los ansiolíticos y antidepresivos de la noche anterior aún circulaban por su cuerpo, ella sentía los alerces y nada más. Entonces, cuando estaba mejor y podía salir a pasear al jardín se acercaba al árbol y miraba a su alrededor. -lleno de locos- decía, pero ¿Qué la diferenciaba de esa gente?... tal vez el actual estado de la realidad que ella tenía le permitía establecer definiciones, además de no haber comenzado a fabricar un mundo propio, pero, en este caso puede ser que ella estuviera tan loca como ellos.

Había un puente que la llevaría hasta ese bosque, hacia el que comenzó a caminar. Fue en ese momento cuando decidió que ese era el lugar y esa la hora. Debía seguir, ante ella estaba la muerte y el descanso.

Ese olor, era mágico, la tierra húmeda absorbía cada fibra de su ser, por completo emborrachada con ese paisaje, la liviandad la envolvía por completo, saturándose todos sus sentidos, cae de ese estado y logra darse cuenta que algo se mueve tras ella. Gira rápidamente y siente algo similar a un ruidoso animal escudriñéndose entre los árboles.

Avanzó, tenía que ver qué sucedía cuando... él apareció. Era extraño, un ser asombrosamente blanco, su piel, su pelo, sus ojos, no existía una gota de color en él. Estaba vestido como un hombre normal, pero ese aspecto, su altura poco común, todo en él era sacado de un cuento nórdico.

-¿Qué haces aquí?- le preguntó él
-muda no supo que contestar-
-no debes cruzar el puente, ¿andas sola?, estás mojada, ¿te caíste al río?-
-ella sólo pensaba si era un ser que ella había creado o realmente estaba frente a un humano-
-¿no vas a contestar?-
- nada, paseaba y... me gustan los alerces- dijo nerviosa
-me voy, ¿vas a estar bien?
-sí- dijo ella sin saber qué estaba pasando en su mente y corazón.
-trata de salir del bosque antes de que la noche haya aparecido, no es bueno que andes sola por aquí, ¿nadie te ha contado cuentos raros de especies raras?
ella pensaba que él era lo más raro que había visto en su vida-no, no me han dicho nada, y tú ¿vienes de allá?- indicando el río, pero él ya se había perdido entre nubes y alerces.

Señales, no sabía que era esto, pero tenía que descubrir quién era ese hombre, ahora su curiosidad era mayor que sus deseos de desaparecer. Tomó su consejo y abandonó el bosque, pensando en volver temprano para investigar que estaba sucediendo...dentro de ella y porque anhelaba conocer a ese ser.