Tu piel ya no era la de antes, porque mil rayas habían marcado una vida de sacrificios e historias, que sólo esas quebradizas arrugas podían reflejar.
Tu pasado no fue el mejor, pero el futuro siempre fue tu causa de vida, un anhelo de cosas buenas, una esperanza que transmitiste en cada célula de nosotros.
No quiero recordarte, me niego a hacerlo, porque te siento cerca todos los días, siempre que te necesito. Lamentablemente no puedo evitar sentir demasiada pena cuando veo tu casa, antigua, grande, rodeada de árboles y más sola y más vacía que nunca... ya no me gusta estar un segundo ahí, si tú no estás.
Cuando entro veo mi foto de niña en ese mueble que está desde que me acuerdo, yo creo que desde que la casa existe... Tú soñaste conmigo antes de que naciera ¿Lo recuerdas? una niñita rubia con rulos que corría por el patio -le dijiste a mi mamá, va a ser niñita- desde ese momento me transformé en tu nieta preferida... pero sólo en secreto, sin que el resto se enterara.
Nunca me va a gustar la idea de no poder abrazarte, que no estés en los momentos importantes de mi vida... siento ganas de llorar cada vez que escribo sobre tí, porque te extraño y me encantaría que me dieras un abrazo o un beso, porque las palabras siempre te costaron.
Simplemente te echo de menos y espero volver a esa casa en el sur sin sentir pena, sino recordarte sólo con amor.
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