¡ Mamasita para darle de rodillas!
Palabras como esas y peores estaba acostumbrada a escuchar La Reina, como la conocían en el sector por su gran belleza.
Se las repetían una tras otra, cada vez que exponía sus largas piernas y su voluptuoso pecho
Bajo esos 60 centímetros de terciopelo blanco, adornado con lentejuelas doradas y en su cabello con rizos de oro y un sin numero de pequeñas flores.
Esa era su “pinta” favorita, le hacia sentir como la niña inocente que fue hace treinta años, antes
Que su padrastro la vendiera a un traficante por cincuenta dólares.
La noche esta fresca y será muy productiva,
Hay miles de turistas disfrutando de las festividades de la ciudad.
A través de aquella cortina de un zaguán, La Reina observa uno a uno de los hombres que van
en busca de una noche lujuriosa y de drogas. Ella observa detenidamente como felino a punto de cazar,
No quiere prestarle los servicios a cualquier depravado que no le pague bien, esta noche tendrá que trabajar lo suficiente para el regalo de cumpleaños de su adoración.
Se acerca un BMW blanco con polarizado, deslizándose suavemente por el callejón, buscando la mejor hembra, la mas voluptuosa, la que aparente ser mas inocente pero sea la mas “perra”.
Es hora de cazar, La Reina levanta la cortina y sale con un paso lento, provocador y su belleza casi juvenil a flor de piel.
El auto para a su lado y el vidrio de la ventana baja un poco desde donde solo se alcanza a ver en medio de la oscuridad un par de ojos brillantes saltones.
- Mucho gusto soy José.
¿Esta disponible para mí?. Pregunta el hombre.
- Papi son quinientos mil pesos por dos horas sencillas y un palo* por la noche completa con todo incluido.
La puerta del auto se abre y La Reina muy tranquila se sube pensando en lo que compraría al día siguiente a su futura quinceañera, por unos segundos la invade la nostalgia, no ve a su pequeña hace dos días pues el trabajo esta pesado.
El auto arranca y desde ese instante La Reina emprende el viaje mas largo, un viaje en el que no tendrá que vivir de las proezas de su cuerpo.
Sesenta minutos después sin cruzar palabra con su cliente, el auto se detiene y este le dice: “de ahora en adelante usted no me conoce”.
Llegan a una extraña casa cubierta de pino fresco, ubicada fuera de la ciudad.
Al bajar del auto José la toma del brazo hasta llegar a la puerta.
- Negro abra. Dice con tono alto
Se abre la puerta y un destello de luz enceguece a La Reina por unos segundos.
El lugar esta bien decorado y en el se refleja la elegancia y buen gusto de quien fuese su dueño.
-¿ Tiene una copa de vino?. Pregunta La reina.
-Mamita usted aquí no llego ha pasarla bien, haga lo que tenga que hacer y no pregunte, ni exija,
dijo Maravilla, saliendo de un cuarto en el fondo de la casa, con sus pantalones un tanto caídos, salpicados de sangre y su gran abdomen sobresaliendo por encima de su cinturón. Lo llamaban Maravilla por su buen olfato para los negocios y la astucia para pasar las cargas de coca.
José y el Negro abandonan el lugar.
Comienza la función.
Como lo hacia con cada cliente La Reina éxito, acaricio y beso cada centímetro de Maravilla,
mientras el llenaba las fosas de su nariz con polvito blanco.
Son las cinco de la mañana y La Reina esta exhausta. Seis horas de sexo y polvo la tienen débil.
Un poco mareada abre una y otra puerta buscando el baño y al llegar a la ultima, ¡vaya sorpresa!
El piso esta cubierto de sangre con destrozos de una tela colegial, asustada y volviendo en sí, desde la entrada ve algo que le parece familiar, es una mano blanca y de apariencia tersa con una joya barata que la adorna.
Temerosa se acerca a ver quien es la desdichada.
Un grito envuelto en llanto hace estremecer el suelo y el cielo.
Tres segundos después La Reina siente un revolver en la cabeza y el hombre que lo sostiene le dice al oído: “estaba muy peladita y no aguanto el trote”...
|