Conflictos de género.
Por. Luís M. Villegas.
Es indudable que las diferencias y coincidencias de los sexos han dado en los últimos 50 años más de que hablar y hacer que las propias guerras mundiales y regionales. En todos los campos de la vida se estableció que se debería, por un principio de justicia -o culpa- a partir del siglo pasado todos debían encaminarse hacia un nirvana de igualdad entre hombres y mujeres. Sería mas fácil dar vigencia al slogan ¡vive la difference! para celebrar las múltiples particularidades físicas que nos caracterizan como especie bipolar y aceptar lo complejo de enumerar o tratar de entender las tan diversas cualidades de carácter que adquirimos por las vías que nos fueron asignadas, ofrecidas o impuestas quizá de manera no muy agradable o consciente. Talvez la división del trabajo partió del papel fundamental de la mujer en la gestación y primera alimentación de las generaciones de repuesto por vía de la leche materna y del acto sublime- subliminal- de amamantar, recayendo en ella la titularidad de la crianza, guarda y educación de la prole, cediendo a los varones la consecución de la carne, casi siempre en escenarios cruentos, reservándose a la mujer la recolección de frutos y raíces, descubriendo sus gustos, propiedades alimenticias, medicinales e intangibles, pues seguramente a manera de antiguas Marías Sabinas, proveyeron a los primeros chamanes de lo necesario para sus rituales mágicos, en una complicidad equiparable a los actuales permisos para salir una noche a la semana con los amigos.
En honor a nuestro origen animal, comprobado por la estructura del genoma humano, cada género cuenta con estructuras definidas en lo general, que se traducen en destrezas y habilidades en las actividades cotidianas, sin detrimento del intercambio de roles que son mas comúnmente aceptados: chefs de cocina, peinadores, modistos, reposteros, modelos, bailarines, diseñadores, decoradores, masajistas, comentaristas de radio y TV, parecen ser exitosos en ambientes considerados mas femeninos sin necesidad de ser gays. Del mismo modo la mujer incursiona y triunfa en la alta dirección de negocios, la bolsa de valores, la política, los deportes; tales como el fútbol soccer, halterofilia, golf, boxeo y lucha libre, tae kwon do, karate, judo, jiu-jitsu que parecerían mas varoniles sin necesidad de ser lesbianas. En el caso de serlo, nada se alteraría pues estamos hablando de los mismos dos géneros con sus particularidades ya conocidas, incluyendo a quienes disfrutan de la propia agua o de las dos fuentes. Esto prueba que cultivando adecuadamente el cuerpo y el cerebro en un ambiente libre de prejuicios, todos tenemos la capacidad de desarrollar cualquier oficio.
El hecho es que vivir con la tecnología cibernética actual, nos hace testificar quizá los últimos días de la exclusividad en éste rubro, motivándose una verdadera revolución social y económica con resultados impredecibles en lo político, lo religioso y por supuesto en lo moral. ¿Podría usted imaginar una sociedad en donde no tengamos, cuando menos a la mano a nuestros progenitores para pasarles la factura de nuestros yerros? ¿Quién asistirá a los festejos escolares y graduaciones a recibir los resultados de nuestros esfuerzos? ¿Dónde celebraremos o con quien a nuestras cabecitas blancas? Puesto que la parte más sencilla de la reproducción es la masculina, ahora, por principio es reemplazada por selectos bancos de esperma con los adminículos necesarios para realizar la fecundación. Independientemente del rubor que esto conlleva por ser desplazados por matraces, redomas y lo peor, en una humillación simbólica por ¡pipetas!, en la búsqueda de un ideal humano. Nos debe quedar el consuelo de que la perfección anhelada solo existe en la mente de los seres decepcionados que financian y operan semejantes locuras frankensteinanas, que parece son el signo de la época. El discurso feminista del siglo XX proporcionó el detonante a través del control natal y la proliferación de métodos y sustancias anticonceptivas que abrieron a las mujeres la posibilidad de disfrutar de la sexualidad con la sola limitación de su imaginación, dada su increíble capacidad amatoria, (controlado el gorro del embarazo) generando en el hombre, en especial en las sociedades machistas-todas- la gran frustración de no ser el rey de la creación, demoliendo el último reducto de la masculinidad y abriendo de par en par las puertas del mandilonismo-en el cual el mexicano otrora muy varonil y bragado, ocupa el 1er. LUGAR MUNDIAL en domesticación- provocando además una estampida hacia afuera de los closets, que hoy ocasiona la crisis de falta de parejas hetero, no digamos ya permanentes, sino hasta las ocasionales para un simple acostón de fin. Por tanto no es motivo de alarma observar a jóvenes parejas por la calle, donde una bella, agraciada y despampanante chica va jalando de la mano a un moco desaliñado que parece más su hermanito menor, que su pareja en turno. Ante éste vacío, la mayoría de chicas realizadas en los campos profesionales o/e insertas en el mercado de trabajo, llegan a menudo a rebasar la espantosa línea de los 30, angustiadas por el rigor implacable del padre tiempo (tenía que ser varón), la Ley de la gravedad de Newton (otro macho) –que opera asquerosamente en lindos y paraditos senos y glúteos-, el yermo de un futuro solitario y por la presión de sus padres demandantes de nietos a quienes echar a perder también, se les ocurre la brillante idea que estuvo en boga en Gringolandia después de los 60: “seré padre y madre a la vez, escogeré a un tipo guapo y tendré un hijo yo sola, no necesito de un cabrón a mi lado”. Craso error. Sucede que los chiquillos aprenden en su primera infancia de acuerdo con papi Freud (¿más machos?) hasta los ocho años más o menos, todos los factores que conformarán su personalidad, incluyendo; traumas físicos, sicológicos, manías, gustos, vicios, enfermedades y maneras de ser felices, infelices o hacérselo a las personas que cruzarán por sus caminos. Todo esto aparte de los 23 plus 23 genes que se integran en el momento divino de la concepción y copelan-como dijo el ya célebre chinito-a crear a ese pequeño y fascinante bebé, el cual es condenado por principio a perderse de un papi que le enseñe los trucos de la otra parte. El hecho de procrear conlleva la asociación de los individuos, hasta la fecha, irremediablemente de los dos sexos clásicos, los cuales deberán aportar no sólo experiencia y genética, sino fundamentalmente; interés, tiempo y amor. Dedicación, tolerancia, responsabilidad y mucho sacrificio. Es decir conjugar en todos sus tiempos el verbo DAR y postergar el RECIBIR, quizá, de acuerdo con la pérdida de valores, para siempre. No se preocupe. Marx (¿o Engels?) dijo que había mucha gente que se dedicaba a recolectar y vender leña porque veían el resultado de sus esfuerzos inmediatamente. Así es el de ser padres, sus satisfacciones son inmediatas y al portador, pagaderas al vivir la felicidad de los hijos. Entienda, no se lo pierda por nada. Ceda y comprenda que necesita adaptarse aunque sea por un tiempo razonable a otro ser, del sexo opuesto, para cumplir ese ministerio. Si es usted miembro del tercer, cuarto quinto sexo, o no sé en que número van, no importa, le tocará mas chamba pues habrá de entretenerse tratando de dominar la genética de los padres de su hijito adoptado, lo cual es un gran logro, mas aún que en la mayoría de los casos no son ni de su familia. Además hará grandes panchos tratando de insertarse en los ambientes sociales donde les caerá muy pesada su fórmula de la felicidad.
Le daré unos secretos: No sea muy exigente. Acepte a su consorte con todas sus virtudes y defectos, no intente cambiarle nada, por tanto, trate de escoger bien. Déjelo ser y hágalo feliz. Es una buena receta para encontrar el verdadero amor y que dure mucho tiempo a su lado.
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