Cap 2
Con el arrullo de los motores y ante una voz melodiosa despertó para contestar a la pregunta:
- Desea tomar algo?
- Solo Un vaso de agua por favor
Tal vez el lìquido lavarìa la inevitable culpa que sentìa al repasar los ùltimos acontecimientos sucedidos.
En sus atormentados recuerdos Veìa un rostro hermoso, con sus labios carnosos y bien delineados, constrastando con unos
verdes ojos que se hacìan mas llamativos ante el brillo de una cabellera dorada ondulante que recubria los hombros y caìa
ligeramente hasta la cintura...- Ahhhhhhhh - suspiraba mientras una lagrima recorrìa sus mejillas. Aquel àngel que siempre hacìa sus tardes màs animadas, con quien repasaba las lìneas de guiones teatrales inconslusos, la musa de sus inspirados versos - Bella Ryana ¿Porquè te perdiste en mi confusiòn?
El desespero lo invadìa allì en esa silla de aviòn, empuñaba sus manos apretando fuerte como queriendo abandonar la escena que su mente le traìa en ese momento.
- Todos piensan que èstamos locos
- Pero tu y yo sabemos que no es asì, y si algùn dìa enloquecì fue por tus dulces risas, y sólo por ti.
Su frente sudaba mientras pensaba en esos jardines donde antes amaba a esa chica, con quien compartìa una condena que parecìa eterna...
Por alguna circunstancia habìan llegado a la misma clìnica psiquiatrica y sin saber de que manera, en medio de pastillas y paseos al sol, sus miradas habian afianzado la cordura del uno en el otro; Desde ese entonces cualquier excusa era buena para ir al jardìn y sus tardes se hacìan cortas mientras èl escribia versos y ella dibujaba sonrisas actuando lo que convertìan en libretos para las obras de teatro semanales del Centro de Salud Mental, como rezaba en el aviso de la entrada;No sabìan de sus mundos externos, solo compartìan tiempo, suspiros y momentos que ayudaban a hacer màs amena la estadìa en àquel lugar. Ùnicamente sabìan sus còdigos de lista como siempre eran llamados R14 y J26 eran los compañeros perfectos que hacìan mover las palmas en el auditoro al ùnisono de los aplausos ante un pùblico medio atento.
Jugaban a armar torres de vasos, corrìan a ver quien era màs rapido, jugaban naipes, apostando botones que secretamente coleccionaban de las batas propias y de sus compañeros, incluso de las enfermeras si se agotaban las existencias, dando de vez en cuando una escapada a escondidas hasta la lavanderìa.
Un movimiento brusco causó un sobresalto en el vuelo, lo cual lo obligò a interrumpir sus recuerdos, justo cuando apretaba en su bolsillo de la chaqueta: un botòn, transparente, de gran tamaño, completamente redondo que daba unos visos cristalinos ante la luz, miràndolo fijamente sonriò y murmurò: - Seguro que te encontraré! |