Estaba extasiado en cierto momento de mi día, pensando en cuan inmensa, interminable e inimputable es la imbecilidad humana, cuando de pronto veo a una mujer que de la mano de un tipo se pasean alegremente por las calles de la ciudad, supongo que disfrutando de haberse encontrado y tener la posibilidad de verse y compartir ese rato. (Que se yo se me ocurre)
Pero, me sorprenden cuando de pronto se separan y comienzan a discutir. En principio no entendía sobre que cuestión, mas al rato, por los gritos que ya emitían, pude interpretar que un hecho banal, como el haber desviado la mirada, uno ellos, hacia otro personaje que por ahí cerca de ellos paso; produjo la ira y la posterior discusión.
Entonces después que me di cuenta de que me había distraído en este hecho, a veces cotidiano, a veces extraño, seguí reflexionando, mientras seguía caminando, que la estupidez puede ser tan tremenda en las secuelas que deja que si uno es consciente de ello tiene la obligación de no respirarle a nadie en la cara, para evitar contaminarlo con estos desvarios.
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