| Mira altivo, quieto, inmóvilcomo el tiempo; el tiempo
 que se para en las cunetas
 y juega al pasado con las colillas
 de mañana.
 Sus ojos me analizan
 como queriendo diseccionar
 mi alma, rota, me recuerda
 al olvido, siempre tan quieto,
 tan parado, a la soledad,
 a la ausencia.
 Con su sonrisa de maniquí
 me muestra una felicidad utópica,
 paradigmática, quimérica.
 La felicidad de muñeca de Matel
 y spot publicitario.
 Me susurra, con la mirada insondable
 de un niño que ha descubierto
 la guerra, que nunca tendré nada,
 que nunca seré nada, un átomo
 en un mar vortiginoso de materia.
 Continua inmóvil, ausente, sarcástico,
 parado en su viejo cuadro de pino
 mal pulido, colgado como siempre
 en la pared de mi salón, vacío, inerte, mudo.
 
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