Esta tarde tuve una dulce regresión. Llegué a la constante pregunta de tus ojos curiosos e inocentes. Me detuve en tus ojos y en su suave parpadeo natural. Recuerdo conmovida el instante en que focalizaste tu mirada en mí, una más, sólo alguien, ese momento que agitó el parpadear y el latir del corazón. Entonces tus ojos cambiaron para mí; entonces aumentó la frecuencia de tus visitas y de tus parpadeos. Ojos curiosos, intentando recorrer cada milímetro de los míos sólo para saber porque lo hace, y es que en verdad aún no hallaban fundamento para nuestras inesperadas, constantes y silenciosas miradas.
Ojos buenos, secretamente piadosos, secretamente sufrientes. Lloran en silencio, sonríen con los míos y no dejan de hacerlo. Ojos sellados de dolor, buscan mi dulzura para consolar las lágrimas de la vida y el dolor de un sentir eterno e infinito. Aún me miras y no terminas de sonreír y mostrar la maravilla que eres.
Quisiera responder en palabras tu pregunta, eso que me dices cada día que me miras, eso que pareces haberte preguntado una vida. Mis ojos no dejan de ver y observar. Analizan en un segundo cada milímetro de vida. Atesoran en profundidades los secretos de no una, sino muchas vidas. Mis ojos, cumplen muchas de mis tareas, ver y expresar, incluso comunicar (como éstas manos que liberan mis emociones). La tarea no siempre es fácil, quisiera protegerte de eso que los tuyos no ven, pero no puedo privarte de la vida misma ni de tu libertad.
Mis ojos, de mirada dulce y constante, reflejo de mi alma antigua y misteriosa que aún no consigo descubrir del todo. Eso puedo responder, es lo que soy, es lo que ves, es lo que anhelas, el abrazo de completa paz, el suave aroma de ser que ES... de ese ser que esperas ser. Te regalo la mirada espectante y protagonista de tus sueños libres, esperanzadora de tu felicidad y refugio de libertad plena. Mis ojos que aman, sufren... sienten. Mis ojos que no quisieran cambiar ni dejar de contemplar tu alma en lo que refleja tu mirada, aún tras sus cristales. Cuando se apagan las luces y la hora de descansar llega, ellos continúan la búsqueda de tí, de tu alma perdida en tí mismo, de la esencia que encontré.
... Sé que no respondo tu pregunta, y es que, pese a los viejos años de esta mirada, aún no descubro la respuesta. Sólo sé vivir, sé que soy.
Amo ser. Amo tu ser. Soy yo.
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