Sí, se supone que esto lo sé. Ya todo lo viví, no hay sorpresas.

Se supone que el dolor no me hace daño, porque ya es mi aliado, porque es un fiel compañero desde ya hace generaciones.

Se supone que los humanos no saben, no entienden ni lo harán.

Se supone que no sea humano, se supone que no busque serlo. Se supone que no hay lógica, pero lógicamente demuestro ser evidentemente humana, compartiendo un defecto como parte de mi género. Amando incondicionalmente a quien un día robó parte de mi alma, la que hoy recupero, la que renace todo el tiempo desde ese fuego que habita en mí, perdido entre el hielo del mundo... de este mundo que tan bien conozco y que, se supone, ya no me sorprende.

Sí, esto ya lo sé, ya lo viví. No tengo que esperar ni planificar, sólo continuar, respirar, vivir, seguir sintiendo y seguir amando la vida que a golpes me recuerda todo cuanto se supone es experiencia, lo que sólo mis ojos pueden revelar.

Se supone que me dejas, y sin embargo tus ojos aún buscan (y encuentran) refugio en los míos.

Y ya lo viví, conozco tu fragilidad y cada detalle en tu reflejo. No te culpo por no comprender mi esencia; no me culpo por recorrer una y otra vez el enigma de tí, sin llegar a una definición.

Se supone mucho. Se supone que el sentir sea una realidad y no solo un ideal, y ambos sabemos que lo es... un ideal.

Se supone que me amas.

Se supone que te conozco.

Se supone...