"A ver, devuélvete... quédate ahí quieta. Tienes un hermoso perfil..." dijo par de ojos celestes.
Puso el lápiz entre sus dedos y dibujó, en el trozo de papel donde apunté mis datos, un perfil, un lindo perfil. "Pero podría dibujarlo más lindo, este está muy serio, desanimado, triste..."
Cada nota que dejaron escapar sus labios, dibujó una sonrisa en los míos. Su voz es un calmante por naturaleza y cada movimiento de sus manos es un abrazo que me acoge, y por esa acogida me asombra y aterra.
Traía los ojos cubiertos por unas gafas que dejaban ver sutilmente su dulzura. Ella fue quien se acercó, ella fue quien me buscó. Y me habló de lo que ambas queríamos hablar; un poco del celeste y del azul profundo en sus ojos.
La sabia respuesta: que no le dé importancia, que bloquee la entrada a mi corazón a esta sombra que me mantiene constantemente congelada y quebrada. Dice que no es realmente nada en mi vida, y hoy para mí lo es todo.
"Mírala que es linda, si siempre está sonriendo, siempre alegre..." Le comentó a una mujer que tiene el pelo como ella. Y en pocos minutos me sumergió en su mundo, y me recuerda el mío, la sala rosa, fría y empolvada que se volvió. Mi cuarto, mi universo, mis estrellas, recuerdos, lágrimas que lo inundan y sonrisas que no quiero perder.
En segundos me crucé en su mente como el bolígrafo que suavemente se deslizó en el aire, la misma suavidad con que me devuelve la sonrisa y el aliento, la misma calidez de su beso en mi mejilla, y un hasta pronto como despedida.
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