Traigo espinas a derramar
en mis pasos resagados,
sangro de mis oidos sordos
mis pensamientos vagos.

Cuando mi amor imaginado
decidió el encerrarnos,
cuando mi corazón enclaustrado
decidió pensar por su lado.

Mi cuerpo dejó de moverse
a los implulsos de mis piernas,
solo camino con el viento
que se va tragando tu cuerpo.

Hay veces que dejo de hablar,
otras solo quiero escuchar,
y entre fábulas y cuentos
se que mis huesos no están en mi cuerpo.

Unos días practico la muerte lenta,
otros sueño que me encuentras,
mi álter ego entre miedos encerrado
no distingue si eres futuro o pasado.

Aprendí a guardar mucho silencio,
la naturaleza siempre nos pide un cuerpo,
y aunque la mia solo exige un sueño,
seguro estoy que por eso a veces muero.