Desde hacía varias semanas estaba pensando en lo mismo.
A veces se distraía, por unos segundos, con algún que otro tema pero siempre volvía a la misma idea que ya no le resultaba clara, pues de tanto pensarla había perdido el hilo y por más que empezara a analizarla desde cualquier lugar siempre caía en un terreno confuso y no podía volver a ella claramente.
Entonces, decidió no volver a pensar.
Y así, sin pensando, pasó un resto de su vida.
Los demás ni se dieron cuenta.
Es que siempre había estado tan compenetrada en su volvedora idea que, cuando abandonó todo pensamiento, para los demás todo siguió siendo igual que hasta ese entonces.
Esa idea era acerca de su transparencia. Pensaba que era transparente al resto del mundo. Y fue así como logró confirmarlo.
Era muy hábil para tomar las decisiones y realizar los actos que la llevaran a confirmar su idea.
Como resultado de tamaño descubrimiento llegó a la conclusión de que debía suicidarse pero encontró un nuevo problema.
Si en definitiva no existía, salvo para ella, no se le ocurría como eliminar algo inexistente.
Su último resto de vida lo dedicó a pensar circularmente en como eliminarse.
Hasta que la fisiología la ayudó, confirmando para sí que había logrado su objetivo.