Lleva unas cuantas horas en su casa, exhausto y sorprendido por el show del día; ese show de “magia” que siempre había sido algo sencillo y que ahora le había dejado fatigado.

Se sentó a la mesa trató de buscar explicación. Ser un escapista había sido algo tan sencillo para él, pero ahora no sabe si lo que siente es cansancio o aburrimiento. ¿O será que ambas cosas son lo mismo?

Se sirvió un trago de ron y encendió un cigarro. Quisiera ser como cualquier hombre y emborracharse y sufrir de tos de fumador. Quisiera sentir necesidad de comer y de dormir. Maldijo a Dios por no ser así, como cualquier humano, como cualquier mortal. Y morir. Hasta los ángeles han podido acceder a eso, y a él no le importaría renunciar a sus privilegios para ser lo que quiere ser.

Los vampiros han deseado eso y no han podido. Ellos son seres inferiores, ¿por qué pensar que él podría obtenerlo? A ver, una pausa, hay que tratar de explicar lo que es él... no es fácil. Para que el lector entienda y no tire estas hojas y las cambie por algo más verosímil hay que tratar de disfrazar la realidad, pero no se puede.

¿Cómo explicar la realidad? La vida de un demonio que quiere ser humano no es digerible. Si se tratara de un ángel que renuncia a su vida celestial, fuera más aceptable y hasta romántico. Y ya se ha hecho.

Pero, ¿quién va a considerar digno de lectura el relato de un demonio cansado del averno? ¿Cómo contar que este ser infernal quiere dejar una vida de privilegios otorgados por Luzbel para descarrilar trenes y manejar la mente de un idiota para que pretenda dominar el mundo?

Es decir ¿a quién le puede caber en la cabeza que a un ser de esos nacidos en el lado oscuro de la creación le dé por pensar que destruir una especie pueda ser cruel? Creo que a nadie.

Masorg se llamaba. Nació (o, fue creado) en lo íntimo de las llamas calcinantes del magma de un volcán. Su origen le predestinaba a regir los malos destinos de una porción de la humanidad y hacerles ver que la vida en la superficie de la tierra puede ser un infierno, antes del infierno.

Como él hay muchos, pero él sufrió de un mal peor que el sufrimiento de las llamas. U día la víctima de sus diversiones fue una mujer que disfrutaba de los atardeceres; una bella mujer que se embobecía con el ritmo al que se mecían los árboles con el viento. La observó por mucho tiempo; observó esos logros académicos y laborales. Estuvo allí cuando encontró el amor junto a un alma que se regocijaba al igual que ella con la caída del sol contemplada desde la terraza.

Entonces se preguntaba cómo un ser tan puro como ella podía estar condenada a sufrir por acciones que una esencia tan ajena a ella cometió en otra vida.

Primero sintió envidia de la manera en que ella disfrutaba de momentos tan efímeros como los atardeceres, el silencio, las caricias.

Luego, sin darse cuenta, quiso ser quien le proporcionara esos momentos para su disfrute; pero lo que estaba sintiendo era amor; algo que en sus orígenes no le había sido enseñado; un sentimiento que nunca había estado presente en su doctrina. Conoció los celos cuando ella encontraba lo mejor de su vida en los momentos con su pareja, un loco que había cambiado su forma de vida para llegar a la redención y reivindicación.

Pero sus instrucciones eran precisas: ella debía sufrir.

Si tan sólo el sentimiento en su interior hubiera sido simple, no hubiera cumplido su misión. Pero su naturaleza y su destino impuesto desde su origen, le impidió reconocer el amor aún teniéndolo en sus narices, y sintió la imperiosa necesidad de castigar a esa alma pura por contravenir el orden de las cosas y el destino de que ese otro había burlado ya una vez.

Conspiró contra ella. Su influencia la convirtió en una cocainómana, pensando que así castigaba a ese que debía pagar por errores pasados. La hundió en lo peor de la adicción y la hizo hacer que su amado sufriera.

Si aquí tratara de explicar y detallar todo lo que Masorg hizo por castigar a ese hombre, me extendería demasiado. La historia de amor entre los dos hermosos enamorados terminó en tragedia. (Como si pudiera terminar de otra manera)

En fin, ella no soportó la situación; sucumbió ante el sentimiento de culpa por hacer sufrir a la persona que más amor le había brindado en toda su vida y se suicidó. La sangre bañó el pavimento y el humano enamorado lloró lágrimas ardientes por la partida de quien le había devuelto el sentido a su vida.

Y nuestro demonio, bueno, estaba parado al lado de él, llorando por primera vez; llorando por esa alma inocente que había torturado sin razón alguna; dándose cuenta que lo que su naturaleza le había dictado no había sido más que mierda y que había cometido el error más grande de su existencia.

Un ser infernal quiso salir de sus orígenes y pagar por sus errores a su manera. Han pasado años, muchos años en los que tomó otro nombre y optó por aprovechar sus poderes y sorprender a los hombres, como los faquires, y enmendar lo que hizo en este infierno terrenal.

Pero ya esta cansado, ahora como nunca, desea la muerte. Si tiene suerte podrá llegar a ese lugar en el que ella ve a su amado y pedirle perdón, y desear a su lado que encuentre la felicidad, cuando le vea legar y poder hacer eterno lo que efímeramente pudieron disfrutar antes que un estúpido demonio apareciera en sus vidas sin que ellos lo vieran.