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Palabras frías y medidas,
caricias mecánicas, responsables.
Te entiendo y no lo sabes,
te amo y no lo quieres.
La ciudad se agranda mientras vago,
y tus calles de vuelta nunca son las mías.
Pero te busco.
Te encuentro en el teléfono,
pero la melodía de tus palabras me hace perderte.
Y yo me pierdo entre las cenizas
de esta tarde de domingo,
vuelvo a encontrarme sumergido
en la rabia de los días.
Camino y busco la estrategia,
el espejo me recuerda la lejanía
entre tu boca y mi historia.
Fumo.
Esbozo una lágrima de sangre,
la tarde sangra junto conmigo.
Pienso.
Mi alma está desnuda,
mis versos enamorados,
mi piel escarchada por tu ausencia,
mi coraza agrietada por tu mirada.
¿Te amo y no lo quieres?
La frente en la ventana,
intentando conocer los fantasmas que te persiguen.
La mirada retorcida
¿A quien amas que no puedes?
El café se enfría.
Doy vueltas por la casa
golpeo las paredes,
mojo mi cara.
¿A quien amas en tu frío silencio?
¡Dónde están tus besos a esta hora insoportable!
¡Donde la mirada que me envolvió de esperanzas!
Esa esperanza que parece vana
cuando haces que en estas horas
todo adentro del alma
sea un concierto interminable de silencio
que recuerda la muerte anticipada de mis días.
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Texto agregado el 21-10-2007, y leído por 113
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