Las palabras son brisa, vendaval y tempestad
finas líneas rectas que se resbalan del cuerpo
duras, lentas, diáfanas
una primera que antecede a la segunda,
pero nunca a una última.
Escondes secretos en las cornisas
vestidos de tarde cansada
el ser se estremece cuando caen al suelo
y las sombras se levantan majestuosas
de entre las hojas secas.
¿De qué sirve renunciar a la luz del día
por llenarme los ojos de tu lúgubre silencio?
¿De qué sirve creer que has llegado hasta la orilla
cuando en verdad sólo has llegado a la mitad de la nada?
Extraviado en la herida, sin esperanza
los recuerdos cantan como sirenas,
¡no los escuches, no los veas!
Son demonios blancos por la noche.
Texto agregado el 21-03-2003, y leído por 224
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