Ya me estaba sintiendo cómodo con la soledad, en realidad me estaba dando cuenta que no era tan malo, tenía tiempo para mi, disfrutaba de muchas cosas que antes no podía, ya me encontraba bien.
Muy de vez en cuando pensaba en ella, pero ya era un recuerdo simpático, me acordaba con alegría de cosas vividas con ella, ya había pasado el recuerdo con dolor, que siente uno al principio, ya había pasado el recuerdo con bronca que sucede posteriormente al dolor, y ya había pasado eso que a veces uno piensa “si me estuviera viendo ella le daría bronca como disfruto de la vida ahora” aunque eso sea un auto engaño, ya todo eso había pasado, me sentía realmente bien, ya habían pasado algunas amigas íntimas por mi vida, pero ahora estaba solo, y disfrutaba de estarlo.
Ahora pensar en “Ella” no se refería precisamente a esa mujer por la que tanto la pasé mal, sino que, hoy por hoy "Ella" se refería a esa mujer que hoy a la mañana vi por primera vez. Ella, tenía una luz especial, en su rostro en su mirada. Ella subió al subte en alguna estación intermedia, yo ya venía en el tren, que como todas las mañanas venía repleto, me miró, la miré, no pude evitar sonreírle, ella me miró de una manera amigable y se dio vuelta, dándome la sensación de timidez, pensé hablarle cuando llegáramos a destino, si es que bajaría en la misma estación, o esperar que baje un poco de gente, ya que venía muy lleno y había dos o tres personas entre medio.
Pero la mala suerte esta vez me jugó en contra, al llegar a la próxima estación ella me volvió a mirar, me sonrió y descendió del tren.
Me quedé mirando su forma de caminar. Su rostro, sus ojos marrones y su negro cabello largo se me habían quedado grabado en mi memoria, me había gustado mucho esa mujer.
Espero mañana a tener la suerte de volverla a ver
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