El inicio del Shabat
La tarde estaba destinada a preparar Shabat, viernes a la hora en que todo comienza su reposo, la llegada del fin de la semana y el inicio del nuevo ciclo, se debía agradecer en familia por las bondades recibidas del Eterno.
La joven madre, prepara con esmero el tirocht, vino que será compartido en la mesa familiar, vino hervido con azúcar, canela y cáscaras de naranja se quema el licor, en una flama que alegra a los niños de la casa, es la fiesta de la magia del fuego, llamas humeando sobre la cocina de leña, nada queda de licor, solo un sabor dulce y agradable para compartir entre todos, luego la madre con esa bondad, que surge cuando se mezcla la harina para ser amasada en suaves y firmes movimientos uniendo todos los ingredientes, prepara el jalot, trenzado de pan hecho con miel y levadura, en señal de los favores dulces de la Vida recibidos durante la semana, los niños miran como la madre prepara con ternura el pan que será devorado en la cena de celebración por los miembros de la singular familia.
Cuando las luminarias del cielo iluminan la casa, la mayor de las hijas enciende las velas de celebración en candelabros, sobre el mantel blanco preparado para la ocasión, las copas dispuestas para cada participante.
Y así, soy activa observadora del acontecimiento que me conmueve, compartimos, en comunidad el pan y el vino, en feliz encuentro familiar, luego de conversaciones alegres y diferentes, de acuerdo a cada uno de los miembros de la familia, el plato de sopa adornado de verdes para la ocasión, viene el momento de recordar la Palabra de los primeros buscadores, elegida la lectura, el padre ejerce el oficio de agradecer, la madre lee los textos sagrados, los hijos escuchan y aportan sus comentarios, soy la observadora de tan solemne momento, y celebro también la vida desde ese lugar, en silencio y en el asombro de lo que la vida me regala en este día.
Regreso a mi espacio, a mi lugar de habitación, en un bus que recorre los caminos de la noche que ilumina mi entorno, la lluvia cae persistentemente y me moja y me llena de su amor. Con una profunda respiración, mirando desde la ventana del bus el oscuro exterior, agradezco el inicio del Shabat.
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