Cierro fuerte los ojos, aun sabiendo que eso no logra ahuyentarte, que no desaparecen la sensación que me invade ni tu miedo ni mi incapacidad para alejarlo de mi cuerpo.

En la noche, cuando la luz se aleja y no te abruma, te acercas y solo yo te recibo, no sé para qué, tal vez solo te baste con mirarme o sentirme cerca de nuevo, con volver a compartir un mismo aire, no lo sé.

Me debilitan cada vez más los encuentros, el asalto en el sueño, el frio, el temblor que recorre mi cuerpo. Sé que sos vos, ella me dijo y cómo no voy a creerle?, pero no puedo sentirme bien cuando estás, el terror bloquea todos los sentidos, paraliza los músculos y enmudece la voz, sé que sos vos, pero no puedo, no puedo hablarte ni escucharte, no puedo ayudarte, porque el miedo, si es eso lo que siento, me vuelve impotente e inútil.

La sombra que te abraza y me tortura se desvanece, el sol se filtra a través de las cortinas. Abro los ojos y todo está como antes, la habitación se tiñe de normalidad y la calma común de la mañana espanta de la mente tu presencia. Tu recuerdo vuelve entonces, cargado de realidad, despojado de locura, con toda la tristeza, con la muerte reciente. Tu recuerdo que duele, que lastima alma y cuerpo, que agota las lagrimas.

Abandono la cama que fue mi jaula. Ella esta en el sillón, acostada todavía y me mira.

- Estuvo aquí anoche, verdad?

Ella sabe, entonces es cierto, no estoy loca, pero no logro comprender, por qué el panico, por qué si lo amo, que mas quisiera que tenerlo de nuevo, aun sin que mis ojos puedan mirarlo?

-Si pudieras observar, entenderias. Ese miedo no es tuyo, sentís lo que él siente. Tenes que acabar con esto o vas a terminar odiandolo.

- Que decis, como podría? Cómo hago para ayudarlo, si no puedo moverme ni hablar, si cuando todo pasa mi único deseo es un poco de luz para que se vaya de una vez?

- Sos lo que más ama. Esta aterrado y no puede dejarte. Reza Jimena, reza mucho, pedí para que lo guíen, para que lo ayuden.

Yo la escucho, y rezo tanto. Escondo las fotos, los regalos y rezo.

Esta noche te espero despierta, se que vendrás, estoy segura. El frio me eriza la piel, el mareo comienza de a poco, ese malestar conocido previo a tu llegada. La respiración que se detiene un instante. Ya estás acá, yo te siento. No sé si realmente hablo o solo pienso las palabras, no noto la diferencia. Todas mis fuerzas se concentran, el terror es insoportable, pero necesito decirte.

- Tenes que irte, necesito que sigas. Me hace mal, me destruye. Te amo papá, te amo muchisimo pero tenes que irte, tenes que
seguir.

El cuarto está oscuro todavía, pero solo yo estoy dentro, no lo hago y sin embargo sé que puedo moverme si quiero, y hablar, y gritar o simplemente seguir llorando.

Esta noche fue la última, me despedí lo mejor que pude, mi debilidad no me permitió más, pero voy a seguir rezando te prometo.

Una semana te tuve, siete noches más que el resto. Siete noches compartimos amor, miedo y muerte. Hoy me vuelvo uno más de todos ellos y te lloro, con una foto en la mano.