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Inicio / Cuenteros Locales / PADLOV-DIZE / EN UN MUNDO YO, EN MI MUNDO TÚ.

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Un muchacho tranquilo, vivía en paz con el mundo, pero su mundo no estaba en paz, era un muchacho que a diario se perdía durante un día en su cabeza, no porque poco le entendieran su forma de ver las cosas, no solo porque así lo vieran, sino porque él, y sólo él así se manifestaba ante las demás personas; y llegó un mes, de cualquier año un día, de cualquier día una hora, y de esa hora nada más que un minuto, donde aprendió a contemplar su universo, ese universo donde el sol era su cuerpo, las galaxias sus pensamientos, y en una de esas galaxias un planeta que era su vida, y cuyas lunas porque a diferencia del nuestro no tenía solo una, eran sus emociones, las estrellas que adornaban el cielo de aquello que otros llamaban locura, no eran mas que sus pensamientos más próximos; en ese minuto uno de sus pensamientos o estrellas bajó al planeta y se fundió con el agua, es así como un día en ese planeta hubo un habitante, que no era otra cosa que sus ideas, ese habitante diminuto en comparación con su cuerpo que era el sol de su universo empezó a vagar por su vida (que era el planeta), y descubrió que las ideas (él) estaban sentadas, o mejor tenían sus bases en la vivencia del amor que era esa luz de su cuerpo (sol), que bien se reflejaba en el claro de sus lunas y en la media cara de su planeta, y que esa luz no sólo provenía de su cuerpo, sino también había luces que eran las locuras del pequeño habitante de su vida y que él miraba como estrellas; las estrellas empezaron a migrar al planeta y se fueron posando en el agua que no era algo diferente a sus sentimientos, para fundirse con ello y dar origen a nuevos seres que se llamaron familia, unos luceros que eran locuras menos moderadas decidieron seguir a las estrellas y se llamaron amigos, establecieron lazos con el primer habitante del planeta, quien en uso de sus atribuciones por ser el primer habitante, empezó a encajonarlos, a ponerlos en un estante e perfectamente diseñado para tal fin, a los que nacieron de las estrellas y que llamaba familia los puso en lo más alto, a los amigos les hizo una escalera que él mismo ayudaba a subir conforme sus vidas se enriquecieran, empezó a ponerles nombres... Diana acá, Mario acá…
Juan acá, Anita aquí, Lisset acá, Vivi acá, Natalia acá, Luisa acá, Eliza acá, Mario acá, este gordito acá, Juli acá, Diegos acá…
... en fin, a todos y cada uno de ellos los puso en un escalón diferente, pero cuando hubo terminado se dio cuenta de que le faltaba algo que le pidió a su familia y amigos le ayudaran a pedir se cumpla, ¿qué era?, no mas que ver descender de su cielo un lucero que quería con el amor propio que se le tiene a un lucero y se posase en el agua para dar origen a algo que más que no tener, se le acababa en ese momento, en ese mes, en ese día de cualquier año, en esa hora de cualquier día, pero más que nada en ese minuto, dar origen o mejor mantener vivo: el aire, que no era otra cosa que su corazón, donde albergaría y donde podría volar con ese lucero que tanto quería con el amor propio que se le tiene a un lucero y que quería ver descender y posarse en el agua, y lograr al fin comprender el por qué su cuerpo que era el sol de su universo se apagaba, por qué sus lunas, estrellas y luceros palidecían, y más que nada, por qué el aire de su planeta escaseaba para su habitante, su familia y sus amigos, y concluir que lo que a él le faltaba, que lo que él quería con el amor propio que le tenía a ese lucero, no era más que el ver originado en el agua a ese ser que no es otro, sino TU

Texto agregado el 25-03-2004, y leído por 162 visitantes. (0 votos)


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