Ya no estás,
partiste la madrugada del 15 de octubre,
con tu amigo inseparable
de infancia.
Ya no serás tu quien cierre mis ojos,
quien escuche mis penas,
quien discuta mis problemas,
quien acaricie mis ojos suavemente.
Ya no estás y te extraño,
te extrañaré siempre,
serás mi compañero del más allá
que cuide de mí, como siempre.
Cuantos cafés tomaré en tu nombre,
cuantos cigarros fumaré en silencio,
acompañada de tu alma
que sigue junto a mí, hasta mi partida.
Un homenaje a mi amigo con ventaja que ha partido,
tempranamente, dejándome aquí, sin su abrigo,
su compañía,
sin la certeza de tenerlo a tiro de una llamada,
para compartir mis problemas, mis alegrías,
mis proyectos y los suyos.
Anhelo abrazarte y que me abraces, como siempre,
y confío en que estás muy bien, aunque lejos,
disfrutando de la libertad de estar en otra dimensión,
y del amor que te profeso.
Un beso. |