Mi piel se estremece cuando
buscándote en la oscuridad
mi mano encuentra tu cráneo frío
que me mira sin ojos
y me habla sin lengua,
amándome sin corazón
ni tiempo.

Esta noche sólo la luz de la luna me acompaña
de mis ojos brota sin descanso el rocío
que por la mañana brillará sobre tu ausencia.


Me has vuelto tan frágil
que si volvieras a mirarme
me derrumbaría sobre mil ciudades,
para jamás encontrarme
una vez más en ti.


Sí, eres un ángel olvidado
lo sé...
Quiero ir contigo
sólo un momento
por favor, sólo un momento...


Cada noche vuelo a la oscuridad
donde me encuentro con las sombras,
recibo el beso etéreo de tu muerte
mi lengua te roba la vida.


¡Cómo pesan las cadenas de mi alma!
cuando envuelves mi razón
con el terciopelo rojo de tus labios
pierdo el aliento...


Tu torso desnudo se estremece
al contacto de mis manos
y no puedes defenderte,
no puedes hacer nada...
sólo cierra los ojos y espera.


Pero ¿qué ha pasado?
tengo miedo...
yo no quería hacerlo
de verdad...
y me obligaste.


Me condenaste a desear
cada mirada, cada gesto,
cada roce, cada centímetro de esa piel salada
cada aliento en mi oído,
que jamás iba a tener para mí,
no eran de nadie que lo mereciera...
Y tú te burlabas
todos lo hacían.


Pero mírate ahora,
con la mirada perdida en el cielo
como implorando perdón
–no habrá absolución–
con los brazos abiertos
como si te dispusieras a volar
–has perdido la libertad–


Llegaste al final de un camino sin retorno
disfruta tu última y eterna morada
¡crucificado en el calvario de mis sueños!
yo pasaré la eternidad
recogiendo los rubíes de tus heridas
desvaneciendo así tu presencia.