Bajo un ruido de lluvia de verano,
Sonaba la ultima campanada de la noche.
La puerta crujía dentro de mi habitación,
Y las maderas rechinaban fuertemente.
El grito de un nocturno bandoneón,
La sola y triste hora dentro de mi;
Y viniéndose, lenta, oh Muerte,
Llevate de lo que de mi resta.
Mi corazón, mis lagrimas,
Esa alma de maldito soñador,
Y de amador complaciente.
Fríos vientos de un largo minuto,
Evocan a un sentimiento ligero,
Lejos, del mas vil recuerdo,
Siento que la vida es mas que un agüero,
Que esto pasa dentro de mi,
Como un álbum muy pasajero,
No tuve el mas mínimo sabor de sus besos.
Se hace otra vez tarde ya,
El piano suena otra vez más,
Son esas notas que llaman mi presencia,
El negro sombrero sobre mi,
Las turbias telas sobre mis hombros;
Las ropas elegantes una vez mas visto,
Y salgo a mi ultimo encuentro.
Vuelvo una vez mas a lagrimear,
Con gente que jamás volveré a escuchar.
Las luces siguen marcando mi regreso,
La noche otra vez más, mi defunción.
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