El niño miga nació en un pequeñísimo pueblo de Extremadura que era todo un horno en verano, lugar que hoy aparece en las guías de viaje como aldea pero al que nadie restó metros ni importancia sólo una letra en el nombre. En la región existe una comida típica que son las migas; se comen esencialmente con chorizo aunque las variantes son múltiples y tal es el extasío de los habitantes de la comunidad ante ese manjar que, a punto han estado de atentar contra la vida del pequeño niño miga que ni hijo de pan de molde ni de mollete es, sólo que su corazón y su cuerpo entero blandos como el tocino son.

Otro personaje peculiar es el niño cuchara que en el invierno muy útil sería para ahondar en el cuenco de la sopa y beberla sin remilguería. Pobre de él si una persona se aburre y decide tratar de mantenerlo sobre su nariz.

El niño pegatina es tan pesado que se lanza contro todo lo que algún espacio libre contenga con el fin de llenar espacios con su esencia ¡menuda falta de decencia! Encima se pasa el día cogiendo pelusas y pasando por la lavadora con centrifugado para recuperar su estado.

El niño golosina es tan dulce que de azúcar son sus palabras y la gente mala, indigna o amargada siempre trata de emborronar sus palabras, de apartarlo del café para amargo y sin posibilidad de cambio dejarlo.

El niño moco es verde como el césped artificial y pegajoso como las manos locas que regalaban con los paquetes de patatas; el pobre siempre anda en busca de un pañuelo, cayendo cual vela infinita en un resfriado prematuro y sin vacuna