Soy testigo del asesinato de la ternura
sin poder cerrar los ojos siquiera
con la afilada consigna
sobre el cuello
de ser la próxima víctima.

Y he aquí la tempestad
en el mar de sangre
que brota de ese cuerpo herido.


Infinito vendaval que me obliga
a arrastrar la cara por el suelo
a utilizar mi corazón como basurero.


Abro la ventana
y me ilumina la luz radiante
de tu menguante faz
aquella flor marchita rejuvenece
cuando el viento le regala
la caricia de tus lágrimas.


Todo se ha vuelto
un juego de imagen–espejo.


Si en soledad busco mi reflejo
lo único que encuentro es
el eco de un llanto eterno
llanto sin consuelo
llanto sin fin.


No quisiera tomar lo que a otros
ahora pertenece
sin embargo no hay manera
de evitar que el deseo
traicione la razón.


Tu boca y aquello que hay sobre tus labios
será efímero
la utopía morirá pronto,
el gigante será derrotado.


Con un suspiro fenecerá el sueño
y no habrá indulgencias
cerrarás los ojos en el encarnizado encuentro
el fuego consumirá tu mente
calentará tu sangre
agitará la marcha de tu corazón
y me maldecirás.


Nunca estás mas presente
que en tu ausencia
viviendo en el laberinto oscuro de la soledad
¿Buscas la salida o buscas perderte para siempre?