No hablo/escribo tan bien como pienso. Siempre he tenido reparos en usar determinadas sintaxis, bien orales, bien escritas. ¿Mi dilema? El otro día vi una película, no muy antigua, aunque tiene ya veinte años, y un fotógrafo, irrelevante su nombre ahora, le sugiere a unas modelos que se muevan; y cierto, su poder de convocatoria es admirable, porque a la señal de habéis de moveros, se mueven. Se mueven y crean arte. Misterioso. El caso es que jamás en mi vida usé esa expresión, ni siquiera sé si está bien formulada, pero el sin duda pantagruélico poder del castellano, que a todos nos cobija, me movió lo suficiente como para encender la luz, beber de un trago mi obsoleto vaso de vino, y escribir estas líneas como muestra de amor a un arte, la fotografía, enmarcado en suaves maderas cinematográficas, Nastassia Kinski, ya se sabe, y declarar al mundo que sólo sé que no sé nada, que nunca es poco, ya se sabe.
Bajo un débil halo de humildad –que todo es posible a día de hoy-, grito/escribo a los cuatro vientos: de pequeño era más listo. No sé decirlo mejor.
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