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VIGILANCIA
Estaba decidida. No podía ignorar más aquel presentimiento. Necesitaba despejar de una vez las dudas.
Se dirigió a una tienda especializada y compró una cámara estratégicamente oculta en una figura de peluche. Tendría acceso a la verdad aún a costa del enojo de su marido. El quería mucho a la nana, pero ella recelaba de su conducta. Notaba en su hijo cambios que comenzaban a alarmarla. Aunque no presentaba señales de violencia, había visto demasiados casos de ese tipo en la televisión. Le horrorizaba la idea de no hacer nada al respecto. Sin embargo, requería pruebas para convencer a Miguel. No le diría nada hasta haberse cerciorado por si misma.
Le tomó un par de días dejar todo en condiciones. Debió moverse con prudencia y buscó además el mejor ángulo de visión. Al día siguiente discretamente dejaría grabando antes de irse al trabajo.
Pasó la jornada inquieta. Solo pensaba en ver la cinta. Se retiró más temprano para tener unas horas extras antes de que llegara su esposo. Si estaba en lo cierto, tendría la evidencia en la mano para convencerlo.
Cuando estuvo en casa la sirvienta la recibió con distante amabilidad sin parecer sorprendida por su llegada. La obligó a marcharse apresuradamente. Pasó por el cuarto del niño y respiró tranquila al encontrarlo dormido. Se acomodó y puso el video en el reproductor. Anhelaba ver por fin la grabación.
Durante largo rato, nada sucedió. Utilizando el avance rápido, observó los movimientos de una rutina habitual. La muda, la alimentación, el aseo. Comenzó a sentirse aliviada y, en cierto modo, decepcionada. ¿Se había equivocado? ¿Había juzgado mal a la nana y Miguel tenía razón?
De pronto, notó que la mujer sentaba a su hijo frente a ella y permanecía quieta, observándolo fijamente. Su corazón comenzó a palpitar desbocado y sus ojos miraron incrédulos lo que sucedió a continuación. Quedó tan absorta y aterrorizada de lo que veía que no notó a su marido deslizarse a sus espaldas.
Gritó cuando él le dijo con voz calmada e indiferente:
- Esperábamos tener más tiempo para decírtelo. Esa es mi herencia y está en sus genes tanto como el lado humano que hay de ti en él.
Efectivamente había encontrado la causa de la irritación y retraimiento que su niño presentaba. Era parte de su horrible metamorfosis en la cosa innombrable que insultaba a la cordura y a sus ojos desde la pantalla.
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Texto agregado el 13-10-2007, y leído por 240
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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06-06-2008 |
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Ashhh, jum, te pasaste. exsagitaria |
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14-10-2007 |
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Yo creo que así somos , seres que sufrimos una metamorfosis constante...no siempre la mejor...excelente relato!!! naiviv |
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13-10-2007 |
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Muy bueno, me lo imagino de mil maneras sería acaso extraterrestre? jajaj omenia |
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13-10-2007 |
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Final para que lo complete el lector. Como siempre, muy buena prosa, don dark arqui |
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13-10-2007 |
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Me quedé con las ganas de saber en qué se convertía el niño. El cuento está muy bien, no obstante. margarita-zamudio |
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