Poema taurino

Quiero que conozcas las flores que coloque en mi tumba,
encendidas de libidine perfumada
al escribir el poema que nos embruja.
También sé que nos aman los pájaros
en el país lejano que nunca iremos.
Venceremos la muerte, me dices cuando
cae tu lágrima lamida por mi lengua;
-me hace pensar que es cierto-.
Que es cierto el tajo augural del deseo.
Como son ciertas esas nubes débiles de la duda.
Mi pelvis simula un verso maldito
enroscado en la piel que no toco.
Ni me rozan los pezones de tus ojos
que manan leche de luz divina.
Es verdad, esta mentira nos persigue
como un poeta muerto.
Como el canto de un versículo embestido
por un toro trémulo de hambre taurino.
Hazte hombre para empeñar tu ingenuidad
en la fiesta de los fermines.
La luna gime su cobardía,
el secreto que nos une es también
el mismo que nos separa…

Mientras otra nube pasa cruel e invulnerable ...
No lloro cuando riego las flores en mi tumba.