| Me he atrevido a escribir este cuadro de la historia, con el debido respeto a nuestras raíces indígenas que estuvieron  poblando las tierras americanas, desde mucho antes de la llegada de los colonizadores (y TODAVÍA existen). Entre tantos pueblos aborígenes, voy a nombrar ahora algunos grupos cuyos nombres  recuerdo: Los Mapuche, los Aymara, los Atacameños, los Quechuas, los Colla, los Rapanui, los kawaskar, los Yagán, los Toba, los Kolla, los Incas, los Aztecas, los Mayas, los Taínos, los Chibchas, los Yubpas, los Guaraníes, los Guaicurús, los Ayoreo, los Wiwas, los Kogusi, los Kankuamos, los Nasa, los Guambianos, los Embera, los Senú, los Arahuacos, los Wayuus, los Caribes, los Guajiros, los Guaiqueríes, los Teques y los Caracas. Sin embargo, en el texto que presento sólo hago alusión a los dos últimos, cuyos asentamientos pertenecieron al casco centro-norte de Venezuela.
 
 GUAICAIPURO
 
 (Relato en verso)
 
 
 En el año 1560,
 dos tribus indígenas,
 Los Teques y Los Caracas
 se han agrupado
 y por voto popular
 eligen su cacique grande.
 
 Ciento ochenta días pasaron
 desde que Guaicaipuro fue electo,
 cuando comenzaron
 a llegarle augurios malditos...
 Por las costas asomaron
 gentes extrañas,
 sus cuerpos
 están tapados
 por una consistente piel tejida
 que no le laceran
 dardos ni flechas…
 
 Hombres pálidos
 que arrasan
 verdores y carnes
 construyendo casas
 trincheras, pozos
 y murallas.
 Guaicaipuro no esperará
 que irrumpan en sus tierras
 no desea que su mañana
 se oscurezca,
 no desea que la noche clara
 llore la muerte de su luna...
 
 Levanta su tribu en armas...
 para atacar
 y asaltar con furia
 los fuertes enemigos.
 Sólo sus cuerpos y sus flechas
 contra las armas de fuego…
 y los intrusos los masacran.
 
 Trascurridos siete años
 evitan - en lo posible- la batalla…
 pensando en tantos niños
 y mujeres ya enterrados…
 Sin embargo,
 los cañones adversos
 no se detienen
 destrozan grupos
 indígenas uno tras otro.
 Los sudamericanos resisten
 luego mueren…
 
 Guaicaipuro decide
 guarecerse en la montaña
 y desde allí se convierte
 en el infernal obstáculo
 de los españoles que avanzan
 y fundan la ciudad llamada
 Santiago de León de Caracas
 
 Un pálido capitán
 con ciento ochenta soldados
 decide buscar al jefe
 y los rebeldes aborígenes
 apostados en la montaña
 en un refugio de palos,
 que aguanta el ataque
 durante muchas horas,
 Finalmente los españoles
 apelan al fuego,
 obligando a los nativos
 a salir, enfrentase
 y encontrar la muerte.
 
 El cacique grita
 a los invasores:
 ¡Blancos cobardes y ladrones
 se roban mi tierra sagrada
 y se roban el fuego divino
 para vencerme!
 
 Arrojando una y otra flecha
 se defendió
 matando varios soldados
 vociferando:
 ¡Aquí estoy,
 mátenme
 para que con mi muerte
 se libren del miedo
 que siempre les causé!
 Entonces su piel de aceituna
 se tiñó de rojo
 al ser atravesada por un proyectil,
 rematándolo posteriormente.
 
 Mientras agonizaba
 habló sus finales palabras:
 “Ven extranjero,
 ven a ver como muere
 el último hombre libre
 de estos montes” .
 Y la cabeza de Guaicaipuro
 fue expuesta
 como estrategia
 de amedrentamiento.
 
 El Orinoco rechinó al tocar el sol
 el Apure salpicó las estrellas
 y el Arauca remojó la luna
 abandonando
 por algún tiempo
 sus lechos disecados,
 sólo había lágrimas
 para verter y beber.
 
 Pero los venezolanos
 renacen en sus luchas
 con un nuevo Cacique:
 Yaracuy.
 Porque el amor a la tierra,
 la valentía y el arrojo
 siempre retoñan
 en cada rostro de América
 y en cada idea de Bolívar
 por la independencia...
 
 ©SorGalim
 Milagros Hernández Chiliberti
 
 
 |