Tu diente amargo, tu ojo pájaro
Sentado mozambico en el respaldo de una plaza
Las hojas brillaban encima a navajazos verdes
Las ramas de tu trono, entre mendigos estrategas
Y piratas del asfalto que dejan sus señas:
Sos el amo áfrico de esta parte.

Sos tus dedos quemados en los traspasos
Las mangas verdes, el pecho en v morena
Donde se guarda la bilis mela de no moverte
Las piernas hasta el suelo como un puente
Y a los soles lentes que espejan la avenida
Se miran los que pasan y no te pueden ver.


Te creíste más abyecto que los a tus pies
Y fueron percalidos y muertos
para tus caminos amarillos
Y en dejarlos atrás juraron tu muerte
con brazos clavados al suelo como troncos
Tu impunidad se soltó cada trás provincia
te vas y ellos quedan
clavados a un continente.


Velaste inbarco tanto y entre los dientes
hoy contás las horas; te crees setenta
veranos tal vez y cuando los deudores
cesan a sus madrigueras
Y se enfrían las hojas
y antes de caerse y decapitarte
Te volvés a un barrio donde el sol se hunde.