Cada vez que cierro mis ojos
a mis párpados
llegan las fotografías de tu rostro y tu cuerpo,
amada mía.
Me es inevitable verte
en mis ojos proyectada
como una foto irrompible,
es que de mi mente no te apartas
ni un sólo instante
y aunque suene muy redundante,
tampoco quiero que así sea
y si es cuestión de volverme loco,
pues entonces que sea la locura de tu amor
quien me convierta
y así, lo único que yo pueda hacer
sea despistarme en tus imágenes
y perderme en la lujuria de tu ser brillante.

Son los sonidos de tu armónica alma
los que no se apartan de mis tímpanos
y los retumban con hermosas melodías
que le cantan a mi mente,
para que nunca te olvide
y mi mente le responde que así quisiera,
nunca lo haría,
porque simplemente tú estás allí.

Es el rubor de tus mejillas
que sonroja a mi espírtiu
cuando mis ojos te miran
y ven en tu cara
ese precioso rojo que inspira
mi corazón te escriba
y te diga lo maravillosa que eres
y lo linda que te vez cada día.

Cada vez que respiro de tu dulce aroma
me lleno, aunque cerca de mí no estés,
porque mi nariz no olvida
la grandiosa loción
que expide tu piel
a cada roce que tus olores me dan.

La sombra de los árboles me recuerdan tu presencia
pues al pozarme bajo ellas,
así como me protegen del sol,
me protege tu presencia de las corrientes
de tragedias que pasan frente amí.

Eres simplemente tú quien consigue
apoderarse de mis sueños,
quien ilumina con destellos
la sonrisa que de mí se escapa
con sólo recordarte,
eres simplemente tú
qien mi mente y mi corazón guardan
para querer en el resguardo de mi amor.