Amanece en Dominical. La brisa fresca de la noche sube a la montaña, los primeros rayos de sol aparecen intrépidos deslizándose por el verde tropical.
Silencio. Sólo se escucha a la Madre en todo su esplendor.
Me levanto, tengo sed. Agua. Observo a Lorenzo que se asoma diciendo buen día. Algo me despertó y no era la sed. Es muy temprano, vuelvo a mi cama. Cierro los ojos, pero no los oídos, ni mis otros sentidos tampoco. Me transporto en sueños a este mismo lugar y en este mismo momento. Mi cuerpo descansa, armónicamente dormido.
Un “Mae, pura vida” hizo eco en mi ventana, ya los sonidos y los colores son otros, es temprano aún en la mañana, el olor a café tico me llama. El mar está ideal, olas que se quiebran como una sinfonía, parejas, ecuánimes, brillantes.
Mistic, ya se acostumbra a seguirme camino a la playa. Es una iguana de los alrededores, la reconozo por una mancha rojiza y su comportamiento raro como todas las de su especie, pero su curiosidad la distingue en ser amigable.
Cargo la tabla, la hamaca roja, agua y algunas frutas. Camino algunos metros, me detengo a saludar y a conversar con unos, con otros. El tiempo no existe, aquí no tengo reloj y conozco a quienes son por como son en realidad. Me conozco a mí también.
Llego a la playa y con Mistic a mi lado cuelgo la hamaca en las palmeras y me voy al agua que al sentirla en mi piel vitaliza mi espíritu. Me deslizo en la ola y siento compañía, miro a la orilla y un mae me hace seña de que hay delfines. Paso la rompiente y me quedo sentada en la tabla, quieta. Eran cinco, querían jugar, me estaban invitando. Una onda que viene llegando, remo hasta alcanzarla y ahí vamos. Detrás dos delfines surfeando conmigo la ola, uno de los momentos más divertidos de mi vida. Luego de un rato, se perdieron mar adentro y muy educadamente se despidieron con sus rechinados sonidos.
Mistic ya no está en la playa, quién sabe, su curiosidad la tiene inquieta, seguramente ya aparecerá.
Dejo mi tabla y respiro profundo. La magia invade el momento. Me siento en la hamaca y pienso en nada.
Solamente sé que entiendo por qué estoy aquí.
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