Y el talento te nombra

(A Manuel Lozano)


¿Adónde va la palabra envuelta en su prodigio?
En el silencio sepulcral de los abismos
te nombra siete veces,
cuando cae el sol redondo como un pezón ardido
en lujuria bíblica.
Es tarde para contemplar los alacranes en tus pestañas mordidas por la envidia del tiempo.
Hazme un hueco en tu hueco para acurrucar
tanta ceniza de mis huesos futuros.
Sóplame en el viento augural de la nada,
allí estoy vencido como un látigo a su carne.
Te revelaré mi serpiente enroscada en mi lengua
de espanto sibilino.
No me salves niño cruel, esto que nos devora se llama desdicha,
no le mientas a la locura
que te persigue como una mujer encinta.
Un talento besa tus heridas cual magdalena
por donde el roedor mastica su savia.
En Lesbos se articulan voces tangibles
en anuncios de cálices que bebes al asombro
burbujeante de tajos venideros.
En la fiesta de espejos partidos hay un corazón relamido por un tigre que vuela,
-ese que nombras en tu canto-.
¿Eres tú la libertad ultrajada por el talento?
No me mientas niño cautivo en el poema maldito
que surge en la magnolia que llora:
Reconozco tus pupilas manchadas en sangre…
Y tu torso desnudo mirando el poniente;
Te nace un poema desde el ombligo
del Apocalipsis que se parte como una fruta.
Quédate al espectáculo de ser visto amando
las metáforas vencidas por el prodigio.
También te nombran los pájaros de azufre
en continuo titubeo del beso que sueña en la saliva de la creacion.