“Siempre de la mano”, llevaban las indicaciones de su madre tatuadas en sus cabezas, en sus pequeñas cabecitas de ojos grandes, llenos, inagotables; y quien no encuentra calor en el cuerpo cuando mira fijamente los ojos de un niño... más aún, estos eran dos pares de ojos negros e intensos. El niño dos años mayor, apretaba con fuerza la manito de su hermana que confundía (en su inmadura mente de 5 años) el amor, la costumbre, el temor y la admiración que sentía por su hermano. El colegio quedaba sólo a tres calles de casa y de camino al jardín donde recogía tarde tras tarde a la luz de su vida, podía verse como se desmoronaba aquel niño cuando recibía en un abrazo a su hermana todos los días en semana a las 12:30 p.m. Ese día en el colegio, poco antes de la hora de salida, la vergüenza llenaba de rojo la carita de este buen hijo, al no poder controlar adecuadamente sus esfínteres, y en su intento de no dejarse sorprender ni por sus compañeros, ni por nadie, salió rápidamente y con una timidez pocas veces vista; corrió cuadra y media, cruzando con afán dos calles llegó antes de tiempo al jardín, tuvo que esperar irritado cinco minutos mientras la vergüenza y el olor crecían; al salir ella, esperando ese abrazo que le devolvía la vida, lo encontró con la cabeza baja y en un gesto interpretó que ese día su hermano no estaba; avanzaron hasta la calle, él la jaló a cruzarla sin tiempo, a mitad de recorrido una nueva instrucción cobró relieve en su pensamiento y obediente siguió tal indicación, sin detenerse mientras daba un paso se disponía a “mirar a lado y lado” (como su madre repetía cada mañana), miro primero a su izquierda y las lágrimas que corrían desde los ojos de su hermanita hacia el mentón lo hizo detener en seco... simultáneamente se escuchaba el sonido de los neumáticos desgastándose contra el asfalto, y luego, sus caritas se deformaron al sentir un intenso dolor, pero sus ojos seguían en contacto; los dos en ese momento escucharon la voz de su madre, apretaron aun con más fuerza sus manitas, mientras de sus cuerpos abandonaba el último recuerdo… “Siempre de la mano”. |