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BUSCANDO A PENÉLOPE




“Pero bruscamente, la joven estallaba en lágrimas,
y quedaba extendida sobre la cama hecha
con correas de buey, sin moverse,
repitiendo una palabra, siempre la misma...”

“Salambo”, Gustave Flaubert.





Camino bajo adoquines triangulares de concreto cobijado por el aire cálido de la costanera atestada de gaviotas. El sordo rumor de la playa con bañistas, vendedores y música estridente va encajando en mi mente como las piezas de un puzzle. Los añejos recuerdos de adolescente reverberan en mi cabeza cuando cruzo el puente que corta el pequeño estero de la ciudad. Hay algo de encuentro en esto y la gente se va acercando a los parámetros exactos que deje fuera de mi mente. Lejano son esos parajes bucólicos que contrastan con la fría imagen de extensas planicies de hielo carentes de vida y acurrucada nostalgia. La vereda se estrecha y sobre una roca plomiza oteo el horizonte en busca de algo.

No tengo explicación lógica. Esta modorra cargada de melancolía y ávida de perpetuar momentos o atrapar algo que irremediablemente se escapará. Es un hecho y lo asumo, resisto y lo trato de obviar, lo soslayo y sigo dando vueltas. Círculos. Es el momento justo cuando te pregunto, mi amor, quién te enseño a besar y me aniquilas con un tú, seguro y rotundo. Perfecto, mascullo. Callas y me quedo partido en dos, con palabras atragantadas. Escapo lejos, destruyo el tiempo. Me tranquilizo.

La historia no es nueva, alguien la contó en otro tiempo, con otras piedras y mariposas azuladas. Mi reparo lo centro en la experiencia de seres suspendidos en siglos y cemento, equilibrados en la razón pura sin respuesta.

A ella la conocí de manera casual. Su frescura me dejó intrigado. No olvido el centelleo de su rostro absorto que no pudo explicarse porque me fui y la deje en medio de la nada, en el abismo de lo único que importaba. Fueron años de inconciencia y olvidos, de paradojas y mi vida en otra parte. Aparecí como un cometa serpenteante con algo de pavo real a lucir las plumas en un país rezagado por la geografía. Como sentenció el poeta: “Yo no la quería”, y me resistí al aroma del dolor y las lágrimas las guarde para mejores tiempos. Pero ella persistió y desafiando el olvido, sus pensamientos me rozaron como brisa de mañana. “Aguardé por ti” - me confesó, y esa difusa calidez me mantuvo alerta.

Su cuerpo de mujer palpitante se estremeció entre mis brazos y ante el forcejeó amatorio sucumbí. El amor se consumó bajo estrellas presurosas y aprisionados susurros. No hubo una astilla de desconsuelo.

Eso fue hace tiempo. Quién sabe, la vida o la muerte. Penélope te pierdes en el tiempo como una pieza de piano de tarde otoñal.

Hoy vuelvo a la brisa tropical y a este verano caótico. Perpetúo a Penélope y la suspendo en mis recuerdos. Vuelvo y no la encuentro, ¿qué será de ti? Pregunto al mar. Sí, qué será de ti querida...

Fastidiado, tardo en recuperarme de este hálito salino que incansable golpea mi cara. ¿Penélope dónde estás?



REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL
INSCRIPCIÓN N° 159.210
SANTIAGO - CHILE.

















































Texto agregado el 08-10-2007, y leído por 134 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-11-2007 Muy buen trabajo, capitán. El público espera su novela... ***** riverdelpuerto
08-10-2007 Muy buen trabajo. Acertada descripción del ambiente y de las emociones. Una combinación de pasión y nostalgia. Felicitaciones. Saludos. miriamdiaz
 
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