Te llamo desde la lobreguez más alta de la luna,
desde el frío más brillante del mar
aquí en mi anónima morada
rodeada de soledades
y una galería de corazones torturados.
Hoy mi alma se suma a esta ramillete de desolación
no recuerdo el instante en el que comencé a amarte
y el minuto en el que dejo de hacerlo se repite
sesenta veces en una hora y en la vida.
Flota tu recuerdo en mis venas
velando mi visión
poblando de temibles engendros
el calabozo en el que se ha convertido la razón.
¿Escapar? Que lo haga quien tuviere que hacerlo
cultivaré polvo de lágrimas y
cosecharé rocíos tristes,
los cocinaré con un poco de esperanza
y una pizca de desconsuelo.
¿Por qué te uniste a mi existencia?
¿Por qué no sales de mi corazón?
Acuchillas mi aliento con tu estertor
sofocando la injusta
pero indefensa voluntad de amarte.
Desata mi cuerpo,
libera mi alma,
alimenta mi dolor
aniquila mi vida,
mi sufrimiento.
Texto agregado el 21-03-2003, y leído por 305
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Lectores Opinan
26-07-2003
Fuerte, hermoso. Tienes unas figuras maravillosas, un lenguaje que conmueve. Mis estrellas. Un abrazo desde Chile.
Patricia. muerte
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