EL NIÑO QUE NO QUERIA COMER SOPA
Había una vez un niño llamado Mario, que no quería comer sopa. Su Mamá, que estaba muy preocupada, consultó a muchos doctores, pero ninguno pudo solucionar el problema. Un día de invierno salió a comprar verduras y pasta, y una hora después…
---“Hoy haré una sopa diferente, una sopa de letras con colorines”. Dijo la mamá convencida de que Mario se sorprendería al ver ese plato tan colorido y comería.
---“Le pondré zanahoria porque tiene un color muy alegre y además es buena para la memora; espinacas porque tiene mucho hierro y dará fuerza a Mario: la acelga por su suavidad y la patata por su dulzura. Mario la recordará como una sopa divertida, alegre y dulce.”
Con estos ingredientes pasó toda la mañana cocinando y a la hora de la comida… Mario se negó a comer.
”---No quiero sopa, está rara, tiene un color que no me gusta nada, y esos trocitos verdes... puaf... que asco... yo no quiero comer sopa”. Refunfuñaba Mariete.
La mamá estaba muy triste y cuando Mario se quedó dormido, ella se marchó a dar un paseo, sola y pensativa.
Más tarde le toco el turno al papá
---Despertaré a Mario, seguro que está muerto de hambre. Ahora tragará todo lo que le ponga en el plato. ¡Verás que sorpresa se lleva su mamá!
El papá desconocía la tozudez de Mario… pero insistió, insistió e insistió durante un buen rato. Al final la sopa acabó por los suelos, en la camisa del papá, en el pelo de Mario, por los azulejos… y el papá muy, muy enfadado. Mario lloraba con todas sus fuerzas, pero como no comía sopa ya casi no se le oía y el papá dejó de hacerle caso.
---“Es imposible, hay que hacer algo con este niño, va a caer enfermo”. Pensaba el papá.
Mientras tanto la mamá paseaba por el parque observando los árboles, los pájaros, se fijaba en todos los niños que jugaban felices aprovechando el sol de las primeras horas de la tarde. Se paró delante del estanque y le llamó la atención que el agua se movía dulcemente agitada por el aire... sssssss, sssssss, cantaba el viento. Y cada vez más fuerte “SSSSSSS, SSSSSSS, SSSSSSS”
El viento insistía una y otra vez sobre la cara y el vestido de la mamá. Entonces, sorprendida por una fuerte ráfaga de aire, escuchó el susurro del viento… y dijo:
---“Hola Sr. Viento”
---“Hola”. Contestó él.
La mamá no se creía lo que estaba ocurriendo, llegó a pensar que era un sueño.
---“No sé si esto me está pasando de verdad o si estoy soñando. ¿Quién eres?,
---“Hola mamá, no te asustes, soy el viento y quiero ayudarte con Mario. Cuando hoy intentabas darle la comida dejaste la ventana de la cocina abierta y yo me colé. Lo he visto todo y creo que te puedo ayudar. Verás, mañana le haces otra sopa y cuando se niegue a comerla yo me colare por la ventana y...”
La Mamá se asustó un poco, pero el viento la tranquilizó le contó el plan que tenía pensado para Mario… Y ella aceptó.
Al día siguiente, a la hora de comer, Mario se negó de nuevo
---“Mario”, dijo la mamá muy enfadada, “si no comes esta sopa te quedarás muy delgadito y cuando salgas a la calle y haga mucho viento, éste te arrastrará con su fuerza y no te volveremos a ver”
La mamá muy seria miraba a Mario que abría los ojos muy asustado, pues nunca había visto a su mamá en ese estado.
De pronto, SSSSSSSSS, SSSSSSSSS, SSSSSSSS, el viento se coló por la ventana y cogió al niño, que no pesaba nada, y lo levantó zarandeándolo de un la do a otro. El niño asustado no acertaba a decir palabra.
--- ¡Qué, qué, qué pasa! Mario no era capaz de hablar.
! ¡No entiendo nada, qué me está pasando, adónde voy, por qué vuelo! Pensaba el niño.
Entonces el viento habló:
---“Hola Mario, ¿sabes que no pesas nada?, es divertido arrastrarte, te pasearé por todos los tejados de la ciudad. No pesas nada ¡estás muy delgado! Qué fácil ha sido robarte de tu casa Ja ja ja ja, ja ja ja ja”. Reía el viento sin parar.
El niño estaba muy asustado, no entendía nada y preguntó:
--- ¿Por qué me has raptado? Mis padres me quieren mucho y yo también los quiero, ¿SABES?
Y el viento contestó:
---“TÚ no quieres a tus padres y ellos a ti tampoco. Si te quisieran estarías mas gordito y yo no podría llevarte. ¡Estoy seguro de que no te dan de comer a propósito, porque ellos saben que yo me llevo a los niños que no comen, y más a los niños que no comen sopa”
---“Pero, pero…” balbuceó Mario elevándose sobre los tejados viejos de la ciudad.
---“Nada Mario, a callar, a partir de ahora volarás siempre de tejado en tejado y descansaras allí dónde te lo permitan” voceó el Sr. Viento.
Imagino que todos vosotros sabéis que en los tejados viven muchos animalitos, palomas, pajaritos que van y vienen según la época del año. A unos les gusta tener vecinos, pero a otros No.
Mario, que seguía muy asustado, intentaba descansar sobre los tejados rojos. Pero, unas veces porque se manchaba con las chimeneas, que tosían cuando veían acercarse a un niño tan delgado; otras porque los pájaros lo ensuciaban y… ¡cómo lo ensuciaban!, ya os lo podéis imaginar ¿no?
Tampoco podía descansar en los tejados negros porque en ellos vivían palomas blancas, con preciosos reflejos azules, que enseñaban a sus bebes a ser buenos y comer bien, y claro, las mamás tenían miedo de que si veían a un niño tan delgadito se asustaran sus hijitos... ¡Nunca descansaba!
---“SSSSSSSSSS, SSSSSSSSS, SSSSSSSS” soplaba el Sr. Viento
Y el Sr. Viento continuó llevando a Mario por todo el pueblo, de tejado en tejado. Mario lloraba y lloraba y llamaba a su mamá y nadie le contestaba. Estaba desconsolado, y de pronto...
El Sr. Viento se paró y soltó a Mario. Mario cayó a un tejado muy feo, viejo, medio roto, sin musgo ni palomas. Nadie vivía allí, estaba él solo. Lloró desconsoladamente durante un buen rato y al cabo de unas horas comenzó a llamar a su mamá.
El Sr. Viento, que lo estaba observando sin quitarle ojo de encima, apareció y se puso ha hablar con él.
---“Oye Mario, creo que eres mayor para darte cuenta de que no tienes por qué pasar por todo esto, ya tienes seis años y deberías comprender que si hubieras comido sopa no estarías aquí ahora. Ya no hay solución y yo tengo que ir a recoger a otros niños que no comen sopa, tú tienes que aprender a vivir en este tejado, solo, sin compañía. Cuando lleves un tiempo verás que es divertido pues así podrás hacer lo que quieras y ni tu papá ni tu mamá se enfadarán, porque no están aquí y no hay posibilidad de que vengan a por ti”
Mario quedó pensativo y al cabo de un buen rato llamó al Sr. Viento:
---“Viento, Señor Viento, por favor ven, ayúdame, quiero hablar con tigo” Gritaba desconsolado.
--- ¿Qué quieres, no te he dicho que estoy muy ocupado y que ya no tengo nada que ver con tigo? Espero que sea algo muy importante, si no me enfadaré y soplaré con todas mis fuerzas y te irás muy lejos, a otro país y desaparecerás de esta ciudad. Nadie te verá más”
Mario muy serio pidió, rogó al Sr. Viento que lo llevara a su casa otra vez, que a partir de ahora comería sopa, que rogara por él a sus papás y que los convenciera para poder volver. El Sr. Viento, que se hizo rogar durante un buen rato, al final aceptó. Fue a su casa, habló con sus papás y éstos aceptaron el regreso de Mario, pero con la condición de comer sopa.
Así que el Sr. Viento volvió, contó todo al niño, lo miró y...
---“SSSSSSSS SSSSSS SSSSSSS”. Sopló muy fuerte, tan fuerte que... ZAS, Mario, sin saber cómo ¡estaba sentado en la silla de la cocina de su casa!
--- ¡Que alucinante, ahora estoy en mi casa, voy a cerrar la ventana para que no pase el viento y llamaré a mi mama! Dijo Mario muy contento.
La mamá apareció y el niño le contó toda la historia. La mamá lo abrazó y preparó un plato de sopa para Mario.
--- ¡Que buena está, MAMÁ gracias, voy a comer mucho para que no me pueda llevar el Sr. Viento! Repetía Mario un día y otro día, y otro, y otro...
Y a partir de ese día, Mario su mamá y su papá, fueron felices comieron sopa de todos los colores, y...
¡COLORÍN, COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO!
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