Michelle, ma belle…
Cantaban Los Beatles de fondo mientras él se afanaba en aporrear el teclado del ordenador. Escribía de forma frenética, como si la inspiración fuese a escaparse a la vez que los acordes de la canción.
These are words that go together well…
¡Desde luego! Las palabras se escapaban de sus dedos para esparcirse por la pantalla, la famosa página en blanco, esa que tanto terror produce, se iba llenando rápidamente. Tal vez esta vez sería la definitiva, un gran éxito, conseguir ser admirado por el público y respetado por la crítica.
My Michelle.
¡Se iba a enterar! Ella que nunca había dado ni la más mínima importancia a sus cuentos; que se enfadaba porque le veía horas y horas delante del ordenador. Ella que no sabía apreciar el sabor que impregnaba las páginas que le leía los domingos por la tarde, que ni siquiera se molestaba en aparentar que le escuchaba por encima del ruido de la televisión.
Michelle, ma belle.
Desde luego sí que era bellísima, con aquellos ojos en los que le gustaba bucear, los labios siempre pidiendo ser besados, y esas curvas voluptuosas por las que perderse. La espalda cubierta de pequeños lunares, lentejas decía él mientras los recorría uno a uno con sus labios.
Son les mots qui vont tres bien ensemble,
¡Pero no merece la pena! Tanta belleza encierra un corazón helado, ni un pensamiento le quiere dedicar. Sigue tecleando con furia, regando la pantalla de palabras. Sí, ¡qué bien suenan!
Tres bien ensambles
Es lo mejor que ha escrito en muchos meses, siete, desde que ella se fue, desde que decidió que ya no quería compartir su vida con un “escritor fracasado”, ¡fracasado! Qué excusa más absurda. Como si él no se hubiese dado cuenta de los cambios, casi imperceptibles al principio y que les habían convertido prácticamente en dos desconocidos.
Ya no cabía una palabra más en la pantalla, tampoco una lágrima más en sus ojos, enrojecido de tantas noches en vela. Sólo una frase, repetida hasta el infinito se podía leer.
I love you, I love you, I love you.
Los Beatles seguían sonando a lo lejos, esparciendo su cadenciosa melodía por la casa vacía.
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