Esta vez los últimos habitantes, de este mundo muerto, 3 niños de 5,6 y 10 años decidieron esperar juntos el último atardecer sentados sobre las altas rocas frente al mar.
El más pequeño de ellos, de ojos verde oscuro, y pelo rubio, apenas se afirmaba sobre el empinado peñasco para mirar desafiante hacia el horizonte que nada prometía, pero que en acto casi solemne, a través de su mirada, repartía algo de ira añeja y contenida para renovarse luego en cada inspiración de brisa marina y calma infinita como los fulminantes destellos del sol con el mar. A veces bajaba más aprisa de aquella roca como si notase algún resquicio de vida, o algún animalejo. Pero luego volvía a su puesto para seguir contemplando…
El otro pequeño de 6 años, simplemente grababa epigramas en la sólida roca. Como un antiguo Aborigen plasmaba con sus blancas manos de algún modo, un recuerdo, una frase, un dibujo, algún símbolo, como los últimos petroglifos. Sus ojos café oscuro eran el de un artista provisto con una piedra como cincel , y su pelo rubio parecía tornarse más brillante a medida que el sol de ahondaba de a poco en el mar
La niña mayor, con su pelo de oro flameando al fuerte viento, cantaba hermosas canciones, sus ojos ámbar, brillaban más que antes y su encanto y fascinación por aquel lugar parecíale olvidar que aquel atardecer frente al mar seria irrepetible…
Sumergido el Dios Sol en el inquebrantable mar, los pequeños niños se tomaron de las manos y elevaron sus miradas al cielo que ya se hacia oscuro, dijeron unas plegarias, que se oyeron a kilómetros…
El viento frío cubrió sus cuerpos, el epílogo tantas veces soñado, anunciado, advertido, del holocausto final, había llegado…..
Extraños seres se posan sobre las costas desérticas, investigan todo cuanto pueden….
Después de centurias, los epigramas encontrados sobre las altas rocas por estos seres llegados de estrellas remotas son descifrados.
En la actualidad constituyen la base de la doctrina y son el testimonio fiel para salvaguardar esta nueva sociedad extraterrestre, que ha repoblado este extraño planeta, aquel que alguna vez se llamó: Tierra.
Dedicado a todos nuestros niños,
En especial a mi Hijo Fernandito, y Sobrinitos Juan Pablo y Paula, de quienes aprendo más, y de los cuales escucho palabras más sabias que los gobernantes y filósofos…..
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