Ya son la once de la noche y no sé por que tengo una necesidad de escribirte. Me descuido un momento de mis cotidianas broncas de mayo y te escribo, deseoso, ansioso, de encontrar en lo que te escribo un poco de paz interna, un poco de tranquilidad que aquilate mi existencia.

Me redefino ambicioso de encontrarle no sé que a esta cotidianeidad ambigua, insustancial y por que no decirlo hasta asquerosa y mal querida.
Si te contara Atisha de este ultimátum de mayo que me resigna a padecer lo que Tú ya sabes, si te contara que otra vez me está tragando un deseo irrefrenable de huir de una vez, de huir pero no como las otras veces. De huir definitivamente de mis obsoletas analogías de intelectualidades mal hechas, de mi abismo solitario pero querido donde nadie me hace daño, donde mi coraza de enérgico me cubre sin misericordia y me manosee por fin los pocos cariños, las pocas molestias que causo o que me causan. Pero si te contara Atisha de este cerrar de ojos que me envuelve, de este silencio que rodeo. Si te contara...
Pero ya es demasiado decir o dejar de decir, estoy absolutamente triste y decírtelo a ti no es un descanso, es solo decirlo y punto, por que después de todo tampoco te tengo a ti aquí cerca.